José Florentín, el chico de los ladrillos que se subió al último tren

Por Christian Pérez/TW: @chrisperezz7.

Realizador audiovisual: Diego Fleitas.

Editor: Fernando Zarza.

Producción: Daniel Serna.

El fútbol es muy cruel, pero hermoso a la vez. Recompensa al que persevera, aguanta y no se rinde ante adveridades, aunque el mundo se venga para abajo muchas veces. No bajes los brazos, sacá fuerzas de donde sea e intenta un último esfuerzo, que ese puede ser el definitivo. Fiel prueba de ello es José Ignacio Florentín (25 años), el mejor jugador del fútbol paraguayo actualmente, que ha resistido hasta lo último para no ver morir el sueño de toda su vida.

A más de 250 kilómetros de la Capital, en Tacuaró Norte, un distrito de Juan E. O’leary, Departamento de Alto Paraná, inició toda la aventura, la imaginación y la ilusión de un inocente niño que solo tenía en la cabeza jugar fútbol para ser feliz. No había nada más placentero que atarse los botines, agarrar la única pelota del pueblo y dejar la vida en la canchita, con amigos verdaderos, que no buscaban fama ni beneficios, más que disfrutar de la amistad y ganar cada tardecita el partido más importante de la historia.

Criado y malcriado por la abuela Rosa López, mientras la mamá enseñaba en las escuelas de la zona y el papá se rompía el lomo en la olería, donde también tiene una historia particular, José Florentín comenzó a soñar en grande, sin importar los obstáculos que se venían y lo difícil que sería abandonar el pueblo y por supuesto, dejar de ser “abuela memby” (mimado de la abuela).

En un emotivo recorrido rememorando sus inicios, José Florentín recibió a Versus en su pueblo y nos invitó a conocer cómo y dónde pasó la mayor parte de su infancia y también adolescencia.

Él tenía un único sueño: ser futbolista. No le importaba nada y pensar en otra cosa era innecesario, porque era de los chicos que soñaba despierto, alimentaba su deseo con pensamientos positivos, pero era consciente de que, sin sufrir, nadie llega a la meta y si alguien lo hace, ese objetivo no valía tanto la pena.

Comenzó sus primeros pasos en una pequeña escuela de fútbol de Tacuaró Norte, pero como no tenía muchos aliados para formar más de un equipo, decidió ir a practicar en Forestal, un club que estaba ya en plena ciudad, lejos del yvy pytã (tierra colorada) y el potrero puro, de la 'canchita', que no necesita ser cuidado y le bastaba que los animales pastaran para estar en condiciones.

José Florentín. Foto: Prensa Club Guaraní.

Para jugar cada partido, José y sus amigos tenían que caminar 6 kilómetros todos los fines de semana. Además, como era el más chico en el equipo, le tocaba jugar 5 a 10 minutos como máximo, pero para él era una eternidad y se convertía en la mayor alegría de su semana

“A veces nos llevaban en moto, pero casi siempre íbamos caminando. Tenía muchos amigos. Eñe’ē ha eguata, botín nde pýre, ndereñandúi la kane’o (Hablando y caminando con tu botín puesto en los pies, no sentís el cansancio)”, recuerda con añoranza y hasta mucho placer el hoy mediocampista de Guaraní.

Aventura lejana

Todos queríamos saber la historia de cómo llegó a Guaraní y sus difíciles momentos hasta llegar a ganarse la confianza de Gustavo Costas, DT quien le había cerrado prácticamente las puertas, pero de eso hablaremos más adelante. Florentín interrumpe la pregunta y comenta que antes, se aventuró a la Argentina para jugar en Gimnasia y Esgrima La Plata.

“Un señor me vio jugar y me llevó a los 15 años. Me preparé bien casi un año, fui a hacer una prueba y me quedé”, relata, pero haciendo muecas de incomodidad.

¿Qué pasó allá? La vida no era muy fácil, las necesidades apretaban mucho y la añoranza para un chico de esa edad, que nunca había salido de su pueblo, era muy grande.

Mombyry, che año, ahechaga’u la che gente kuérape. A veces roiko cocido, cocido nderehe voi (Estaba lejos, solo y extrañaba a mi familia. A veces vivíamos de cocido, cocido nomás luego)", recuerda como anécdota y agrega: “Estábamos entre cuatro en una casa y yo era el que hacía las meriendas, reviro con cocido o pireca era la solución”.

Su realidad no era del todo buena en Argentina, pero ante cada llamado de papá y mamá, no podría mostrarse débil por lo que respondía: “Acá está espectacular, todo el día como asado”, comenta y aclarando que era para no preocupar a la familia. Prefería mentir, aguantar un poco más.

Llegada a Guaraní

Tras ese año en Argentina, recibió el llamado de su hermano mayor, Alcides Ramón Florentín, quien estaba asomando como uno de los talentos más prometedores de las formativas de Guaraní, donde llegó (José) para la Sub 16.

Para José, su hermano Alcides ha sido gran responsable para que él cumpla sus sueños, ya que lo arropó, habló por él y le enseñó cómo debía sobrevivir en la pensión.

Gracias a él estoy donde estoy, detrás de él yo me fui a Asunción”, dice la estrella de Guaraní, mientras se funde en un emotivo abrazo con Alcides, quien acababa de bajar del tractor para saludar al orgullo de toda la familia y quien cumplió con lo que él siempre tuvo siempre como ilusión, jugar en la Primera División.

“Por cosas del destino ahora trabajo en tractor, yo incluso jugué en Intermedia con Independiente de Campo Grande. En Guaraní compartí camada con Fernando Fernández, 'Conejo' Benítez, Nildo Viera y compartía habitación con Alfredo Aguilar, hasta que se mudó a un departamento y en su lugar llegó mi hermano (José)”, cuenta Alcides.

José Florentín junto a su hermano, Alcides Ramón Florentín.

“Lo que es para vos, es para vos. Cuando él juega es lo mismo que yo esté jugando. La unión y la humildad sigue siendo el mismo de siempre para nosotros, eso nunca va cambiar”, agrega el mayor de los Florentín.

El último tren para no volver a casa

Habiendo pasado por todas las categorías juveniles y Reserva, los objetivos se alejaban de José, la puerta se iba cerrando a lo lejos y la luz ya no se veía prácticamente. ¿Pero qué hacer en estos casos? Porque abandonar nunca fue una opción y a veces la vida da varias señales también; los compañeros ya estaban brillando en Primera, otros ya sonaban para ir transferidos y con 23 años, el chico de Tacuaró Norte estaba estancado sin poder debutar.

“Cuando cumplís 20, 21 años y todo el mundo te dice: ‘¿por qué no debutás?, ¿por qué no jugás? Tal fulano, que era menor que vos, ya jugó en Primera; estudiá nomás ya’. Eso te trabaja mucho y yo no tenía la oportunidad. Me daba rabia eso, porque siempre cuando me iba a tocar la oportunidad se cambiaba de DT o dirigente y me quedaba otra vez en la puerta”, cuenta el mediocampista con un nudo en la garganta hasta ahora.

En el 2018 fue a probar suerte en la Intermedia en Rubio Ñu. Tuvo continuidad, hizo goles, pero igual se sentía vacío, en lo deportivo y ni qué decir económicamente, ya que lo máximo que podría recaudar era en concepto de premios; el salario era insuficiente totalmente.

Un año después regresa a la Toldería, esperanzado en debutar. Era parte del plantel principal, pero no era opción prácticamente para ningún entrenador. En el 2019 debutó y tuvo algunos partidos en la máxima categoría de la mano de Gustavo Costas, pero de manera intermitente y sin la confianza que él necesitaba.

La necesidad económica también apremiaba, porque ya se venía la primera heredera (Alexa Anahí) y los gastos se iban a multiplicar. “Hepy la pañal (es caro el pañal). Ni contrabandore epescaro no es barato (ni si pescás por contrabando es barato)”, comenta con una gran carcajada.

Para inicios del 2020, recibió una durísima noticia antes de la pretemporada. Gustavo Costas lo llamó a conversar personalmente y sin filtro le comenta que con él, no tenía chances de jugar. Era la quinta o sexta opción del DT, por lo que prácticamente su continuidad en el club iba a ser en vano, cuando le restaban solamente seis meses de contrato.

“Costas me dijo que no me iba a tener en cuenta. Fue durísimo para mí. Me dijo que, si quería quedarme, que lo haga, pero no estaba en sus planes. Le agradezco, porque eso hizo que yo apriete el triple, y no me relaje. Cuando me dijo eso, oguapyvéntema cherehe (sentí mucho), me fui en casa, aguapy cherasē’imi (me senté, lloré un poco), hablamos con mi señora, quien fue y es mi gran soporte”, destaca.

Rosana Rojas, la fiel compañera de José y la heredera Alexia Anahí.

Con 23 años, la puerta del club prácticamente cerrada y lo sueños que ya estaban a punto de ser triturados, no le quedaba más que hacer un último intento. Era el último tren como él mismo lo reconoce. A morir en el campo de batalla, de pie, o lograr lo imposible, que era demostrarle a Costas que estaba totalmente equivocado.

Pero eso no era todo, Guaraní le dio una especie de prueba para seguir vinculado al club. Sus pagos iban a ser de acuerdo a partidos jugados y otros objetivos, sino no sería recompensado. “Era mi último tren. De acuerdo a la cantidad de partidos jugados iba cobrar y eso. Me jugué con eso”.

Si este último esfuerzo no tenía resultados, José ya tenía futuro asegurado y era volver a Juan E. O’leary para ayudar a sus padre y hermano, a trabajar con los ladrillos en la olería. Había conversado con su papá, don Ramón Florentín, quien ya estaba preparando funciones y un lugarcito en la casa.

Pero como se dice, el de arriba les da las peores batallas a sus mejores guerreros. No había nada que perder y en cambio había todo por ganar. José dejaba la vida en cada entrenamiento, metía la cabeza ante una plancha si era necesario, y desafiaba a la incredulidad de Gustavo Costas, a quien convencería finalmente.

El 22 de enero, el fútbol iba a premiar tanto esfuerzo. Guaraní había perdido soldados por lesiones y a Costas no le quedaba de otra que recurrir a José Florentín en el estreno en Copa Libertadores.

¡Corrió 11 kilómetros a 3.735 metros sobre el nivel del mar! Florentín se devoró la ciudad de Oruro con un recorrido inhumano, siendo la gran figura de Guaraní, que había dado el golpazo ante el San José.

Pero eso no era todo, tres días después, el mediocampista zurdo fue de nuevo titular ante Cerro Porteño por el torneo local, recorrió 12 kilómetros tras volver de la altura y fue el autor del gol del triunfo Aurinegro. ¡Por fin! El fútbol era algo justo con tanto esfuerzo.

“Yo siempre dije: un partido nomás quiero para demostrar mi capacidad a todos. Ndavaleirõ ndaha’éi che mba’erã (Si no valgo, no es para mí el fútbol)”, indicó, con un nudo que no le dejaba hablar fluidamente.

El trabajo en la olería

En las vacaciones o cuando aún no había “migrado” a la capital, José Florentín trabajó con su papá en la olería, haciendo miles y miles de ladrillos.

Sacar el barro, hacer el molde, cortar en forma, secar y hornear (o cocinar), eran algunos de los trabajos, pero ninguno desconocía. El proceso para crear era una rutina para él y su familia.

Heta amba'apo oleríape (mucho trabajé en la olería). Cualquier cosa había que hacer, o sino ‘lekaja’ (el viejo) no nos daba el 10 mil guaraníes para el partido de cada tarde. Alzábamos y bajamos 7 mil a 8 mil ladrillos. Tu mano quedaba blanca, parecía la mano de esos ricos (millonario), el callo te comía toda la piel”, afirma, mostrando las palmas de las manos, que ahora habían recuperado su forma natural.

Adorado por la familia y orgullo de O’leary

Para conocer más específicamente sobre los comienzos de José, conversamos con prácticamente toda la familia con la que creció.

Gloria Bobadilla, la mamá del futbolista lo recuerda siempre con un chico optimista y enfermizo por el fútbol, al que debía amenazar con no tocar la pelota, para realizar las tareas de la escuela y el hogar.

Es nuestro máximo orgullo José. Siendo o no jugador, igual iba a estar orgulloso de él. Para mí no cambió nada aquel niño que quería salir en la tele de chiquita y ahora el futbolista que nos hace llorar en cada partido”, señala entre lágrimas doña Gloria.

Estoy orgullosa de su perseverancia, por estar donde está, siempre sé de sus necesidades. A veces ikangysema (a veces quiere ser débil), pero le digo que no se deje vencer”, agrega en pleno llanto.

Por su parte, don Ramón Florentín, el máximo maestro y consejero en la vida de José. Recuerda las dificultades que pasaron y asegura que en todo momento le recomendó paciencia y perseverancia a su hijo.

Él estaba convencido que José Ignacio iba tener su momento y este debía estar listo para no dejar pasar el último vagón.

Lo primero que voy a decir es que estoy orgulloso de él. Gracias a Dios salió bien. Siempre le dije: ‘Ágante otokáta ñandéve, ani ejapura che ra’y (alguna vez nos va a tocar, no te apures hijo)’. Le pedía que no afloje, que apriete, que íbamos a llegar”, termina expresando con una emoción incontrolable de un persona mayor que quería mantenerse inmutable, pero que no podía controlar sus sentimientos.

Don Ramón Florentín y Gloria Bobadilla, los padres de José.

Ya con su hijo siendo figura en Primera División, don Ramón tenía una ilusión de toda la vida y si bien en el momento de la entrevista, la posibilidad de que José sea convocado, estaba algo lejana, él estaba convencido que era el próximo sueño en conquistar.

“No a todos le pasa esto. Que tu hijo juegue en Primera y lo ves en tele. Ko’ága aipota ohuga la selecciónpe, pea la objetivo (Ahora quiero que juegue en la selección, ese es el objetivo)”, presagiaba el papá de José y fue así, porque unos meses después, el chico travieso de Tacuaró Norte, se puso la Albirroja y representó no solo a su pueblo, sino a todo el país en las Eliminatorias Sudamericanas.

Alguien que sí conoce la intimidad de José Florentín, es su novia y compañera de vida, Rosana Rojas, quien asegura que se ganó la lotería con la persona, no con el futbolista, ya que están juntos desde mucho antes que él asome a ser jugador profesional. “José es espectacular, no tengo ninguna queja de él. Una excelente persona, excelente papá. Me gané la lotería con él. Fue tan perseverante. Sé todo lo que pasó, los entrenamientos en Tembetary, caminando porque no había para el pasaje. Estamos muy orgullosos de él y sé que va a lograr muchísimo más”, señala con un brillo en los ojos y la mirada fija en su José.

Orgullo de los abuelos

De paso también visitamos a los abuelos, Fernando Bobadilla, una biblioteca viviente del distrito y a doña Rosa López, la persona que lo malcrió siempre.

Don Fernando nos invita a pasar y estaba ansioso por contarnos sobre los primeros pasos de su nieto. En la sala estaban encimadas unas 20 agendas, que las había convertido en un diario personal, pero no solo sobre su vida, sino de toda la comunidad y en especial sobre sus nietos.

Tiene datos históricos desde el 2008 y comienza a relatar fecha a fecha, desde la primera práctica de José Ignacio en la escuela de fútbol, la ida a la Argentina, la llegada a Guaraní, el debut en Primera y hace unos pocos días, nos hizo llegar lo que había escrito sobre el orgullo máximo de haber visto a su nieto con la camiseta de la selección paraguaya.

El abuelo Fernando y la abuela Mercedes Acosta.

Ingresando a unos 5 kilómetros más al fondo de Tacuaró Norte, donde aún no llega ni siquiera el empedrado (tierra colorada), finalizamos en la casa de doña Rosa, la persona más preciada por José; la que estuvo con él durante gran parte de la infancia, mientras sus padres trabajaban.

“Chendive okakuaa. Pelota minte voi eme’e chupe. Ka’aru lado ja oguapyma la ipelota ári kánchape (Conmigo creció. A él pelota nomás tenías que darle. A la tarde ya se sentaba sobre su pelota en la cancha”, fueron las primeras palabras de la abuela sobre José.

Cuando le preguntamos si le suele ver en la tele, comenta que no puede muchas veces concentrarse en el juego por la emoción que siente.

Ndakéi la ahechaséi chupe. Che fanaticaiterei hese. Aviví, ndahasýi voi chéve mba’eve la ahecharõ chupe. Fuerza y vida ome’ē chéve (No duermo de tanto que quiero verle. Soy demasiada fanática de él. Me siento viva, no me duele luego nada cuando le veo. Me da fuerza y vida)”, asegura emocionada doña Rosa, quien esperaba a su nieto con una gallina casera, que es la comida favorita de José.

Doña Rosa López, la abuela con la que se crió José Florentín en Tacuaró Norte.

La anécdota de inferiores y jugar ante sus ídolos

La vida de inferiores es algo que se disfruta y se sufre a la vez. Se viven experiencias únicas que fortalecen el carácter de cada futbolista.

José Florentín no olvida cómo era la vida en la pensión, donde había reglas para los más nuevos y cómo habría que sobrevir sin plata.

“Teníamos que ir a Ypané, todos los días a las 5 de la mañana. El 18-2 (bus) pasa a las 5:45 AM frente al club, y si en ese no te subís, tenés que pagar dos pasajes. Hendy (difícil) ya para el otro día. Tenés que tener todo calculado. Ya no sobra ni para el juguito y a la vuelta, en dedo (pedir viaje gratis)”, recuerda.

Una anécdota inolvidable es que cuando volvía de un entrenamiento de Ypané, comenzó a llover a cántaros y en medio del diluvio prácticamente se juramentaron con algunos compañeros, que ese sacrificio no debía ser en vano.

“Pollitoicha orerykue (como pollito nos mojamos). Secabas tu frente con la mano y seguís; recuerdo muchas veces con Robert Rojas, Rodney Redes, Antonio Marín, decíamos: “ñaguahē va’erã, mba’éichaite ñanderykue hina ha jahejareíta, na isesentidoigui, (tenemos que llegar, cómo nos estamos mojando y no tiene sentido dejar todo en vano)”.

Un sueño cumplido además para José Florentín fue jugar con grandes ídolos del fútbol paraguayo, como Édgar Benítez, Roque Santa Cruz, Óscar Cardozo, Nelson Haedo, figuras impensadas hasta hace dos años para él.

“Cuando jugué contra Roque, parecía que le veía a mi novia, quería abrazarle no sé qué. Tengo las camisetas de Paulo, ‘Tacuara’, Haedo. Son recuerdos inolvidables para mi vida”, asegura.

Nunca es tarde para comenzar nada, es la frase que deja José Ignacio Florentín, quien debutó en Primera División a los 23 años, se consolidó a los 24, cuando estaba por dejar todo y hace unas semanas cumplió el sueño de todo futbolista: representar y defender a su selección.

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Sport Pacobá: el origen de su nombre, la cábala y una cancha sin graderías

Por: Daniel Miranda (@dani_miranda96).

El Sport Pacobá es uno de los clubes que estará compitiendo en la Copa Paraguay. Situado a 234 kilómetros de la capital, posee una decena de títulos en su haber y eso lo acredita como el más ganador de la Liga de Yasy Kañy. El martes 3 de agosto a las 13:00 se medirán a Tacuary en el estadio J.J. Vázquez.

Fundado el 8 de abril del 1986, solamente con su peculiar nombre se empezó a ganar la empatía de todos. Según comentó el presidente Nelson Acosta Torales a VERSUS, la denominación del club obedece a que anteriormente había una colonia denominada "Laguna Pakova", donde habían muchísimas plantaciones de banana y era un punto de encuentro bastante popular y en honor a todo esto, se fundó el club.

Es en la misma ubicación en el cual está asentado hoy día el campo de juego, a 15 kilómetros de Yasy Kañy y 20 km de Curuguaty. Pero también el Consejal departamental Sr. Diosnel Colman Ozuna, realizó una donación del terreno (cancha) de 100m x 105m a nombre del Club Sport Pacobá. "Estamos para recibir cualquier donación, es nuestro deseo", afirma el presidente.

El Club Sport Pacobá.

"Laguna pakova queda en el distrito Kañy, a más de 230 kilómetros de Asunción. Hay una laguna grande, había banana silvestre, era un lugar de descanso allá en el 60 y por eso lleva el nombre, sigue la laguna hasta hoy día", explicó el titular de la institución.

Clasificar a la fase final de la Copa Paraguay no fue tarea fácil para este equipo. Tuvieron que superar por 3-0 a Alianza FC de la Liga de General Bernardino Caballero, pero en medio habían señoras que colaboraban con la venta de gallinas, huevos y hasta chanchos para solventar los gastos del club más glorioso de su liga.

Aproximadamente 3.500.000 guaraníes era el gasto semanal del equipo, que también se solventaba a base de rifas, hamburgueseadas y polladas.

La futura cancha del Sportivo Pacobá.

"Nosotros paramos casi dos años, no podíamos jugar volley, te acusaba la fiscalía de aglomeración, cerramos casi dos años y de repente sale una competición, creo que actúa contra el club del interior, quien va a querer ir a competir y justo tenés competencia alta. Hace un año que está empezando la Primera, es un atropello, no se debe tomar esa decisión dictatorial, tienen que pensar un poco, queremos jugar y salir en la tele, pero así no es difícil", lamentó el titular.

El estadio del Sport Pacobá en refacciones.

Una gran ayuda es la que hizo el Gobernador de Canindeyú, César "Tigre" Ramírez. Mediante su gentileza económica, es que el equipo pudo juntarse con 15 días de antelación para empezar con los entrenamientos. De hecho, ya jugaron un partido amistoso en el estadio del Deportivo Santaní, ganando por 2-1 al dueño de casa.

Es más, se compraron para sus indumentarias para jugar la "copa de todos" mediante a quien considera el máximo directivo "como un vecino". La cancha del club más ganador de la Liga de Yasy Kañy no tiene graderías, de hecho empezaron con las mejoras y el presidente ruega por cualquier tipo de ayuda. La idea es poner una gradería para mil espectadores.

César "Tigre" Ramírez y una gran ayuda al Sport Pacobá.

"Hacemos doble jornada y no tenemos ninguna pelota, todo es de yuyal la cancha de la liga por la pandemia. Ahí nos fuimos a practicar al Club San Luis, una de las mejorcitas de las ligas. No es fácil jugar contra Sport Pacobá, ojo para Tacuary. Estamos para recibir cualquier donación, hay clubes grandes y que apoyen a los clubes del interior, nuestro arquero tiene 21 años. Uno de los mejores arqueros, tenemos talentosos jugadores, “verdes corazones, dueños de la gloria” es nuestro lema", indicó.

Plantel actual del Sport Pacobá.

El que menos tiene, es el que más da...

Si hay algo que caracteriza a todos los paraguayos, es la solidaridad. Pese a que en la institución juegan prácticamente por amor a la camiseta y que casi todos los jugadores se dedican plenamente a la agricultura, son muy solidarios.

Olla popular hecha por el club.

"Hacíamos sorteos y polladas para los enfermos del hospital de Curuguaty, nosotros hacemos así ayuda. Tenemos una cuenta de ayuda", mencionó el dirigente. Durante la fase más crítica de la pandemia, cada jugador incluso ponían aportes 20.000 hasta 100.000 guaraníes, que se usaron para la compra de 20 respiradores y donar al Hospital Distrital de Curuguaty. Los mismos cuestan casi 500.000 por unidad.

A falta de graderías, así se ingeniaban los aficionados.

"Hay un incentivo para salvar, de la recaudación nomás. El presupuesto del club, después de 19 años salimos campeones. Gastamos 86 millones, algunos amigos aportaron, entra todo. Vendemos empanadas por la calle, algunos entren carnaza, yo entro diez huevos, a veces hacemos polladas, regalan pollos, otros tres cajas de muslo, ganamos 900 mil. Tenemos confianza en el equipo, estamos soñando pasar: fuerza y suerte para todos".

Víveres entregados por el club.

Otra de las tantas curiosidades de este ente, es que al igual que la mayoría de los clubes del interior, los jugadores cobraban entre 30 a 50 mil por partido, pero cuando salieron campeones de la liga, la suma ascendió a 300 mil de la moneda guaraní. Antes, el equipo completaban los vecinos a allegados al club, específicamente para la banca de suplentes. Esto se dio en unas pocas ocasiones.

El plantel se consagró campeón con Javier Cañete, un profesor de Educación Física, quien en medio de la liga agarró el timón, pero ahora es el preparador físico. Ahora, están con el exjugador Lidio Benítez, quien jugó en 12 de Octubre, Sportivo Luqueño, Liga Deportiva Universitaria de Loja, Cerro Porteño, 2 de Mayo, 3 de Febrero, Deportivo Táchira, Atlético El Vigía, Sportivo Iteño, Zamora FC, Real Cartagena y General Díaz.

La infaltable cábala

Hugo Javier Silvero Acuña de 21 años de edad, es el arquero de este equipo y en quien se deposita gran parte de la ilusión de los "bananeros". "Soy de Saltos del Guairá, trabajo con mis padres, tenemos un local, una despensa, ahora estamos 22 a 23 jugadores jugadores. Que nos nos pase lo que les paso al Atlético Trébol", comenzó manifestando a VERSUS.

El arquero Hugo Javier Silvero.

Siguiendo esa misma línea, comentó que se despierta a las 7 de la mañana y que suele entrenar por la tarde. "Esto es para mostrarnos, por el amor a la camiseta, ko'ápe oka'api hikuái, se despiertan temprano, se van a la cacha, están con el carbon (sus compañeros). Cualquier granito de arena nos va a ayudar demasiado, estaría bueno jugar con Cerro, la vez pasada querían jugar contra Adebayor y ahora contra Roque o jugar en La Olla".

La cábala del equipo: almorzar milanesa con ensalada de arroz antes de todos los partidos.

"No queremos ser Sportivo Diana ni Atlético Trébol, es buenísimo que participen los del interior aunque no tengan apoyo, la APF tiene que organizar mejor el tema del sorteo y todo eso. Acá es trabajar, comer y nada más. Tenemos que almorzar si o sí milanesa con ensalada de arroz como cábala antes del partido y así salimos campeones del torneo local. Fue de lo mejor", indicó.

https://www.facebook.com/clubsportpacoba/videos/627236031541810

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Zeballos, sus mejores técnicos y el "secreto" para no lesionarse

Pablo Zeballos, experimentado delantero paraguayo de 35 años de edad, habló de todo un poco en un charla exclusiva con VERSUS. Comentó su cuidado personal, las diferencias con "Chito" Ayala y los técnicos que le dejaron huella.

En cuánto a sus 114 anotaciones en el futbol paraguayo, admitió que no se pone objetivos en cuanto a cantidad. “Quiero seguir marcando goles todo lo que se pueda y que sea en beneficio del club donde estoy jugando”.

De su regularidad, destacó: “El cuidado personal es muy importante para cada profesional, pero además creo el hecho de saber entrar en las jugadas peligrosas, porque es ahí donde uno está sujeto a lesiones. Una sola vez recuerdo tuve una fisura en el peroné, estando en la selección (amistoso frente Chile 2011) y me dejó fuera como 45 días. Nunca sufrí una lesión grave y por eso he tenido una continuidad durante todos estos años”, explicó.

Polémicas con hinchas de Cerro

“No fue fácil para mí esa situación, pero uno debe saber sobrellevar esas cosas, por sobre todo el respeto. Siempre dije que la gente pueda reconocer lo uno pueda hacer dentro de una cancha de fútbol como jugador. Nadie es perfecto en las decisiones que pueda tomar o en las acciones que pueda hacer, pero todo es respetable”, puntualizó al respecto.

Cabe resaltar que "PZ" se refiere a cuando de Cerro Porteño, pasó a Olimpia. Adjuntó que nunca pasó algo grave de parte de los hinchas contra su persona, pero que sí hubo un tiempo en que algunos hinchas azulgranas, escribían por la muralla de su casa, pero más de eso no, porque después la gente entendió.

Comentó que en realidad valora mucho al hincha en general, porque si bien se dieron ciertas cosas en un campo de fútbol, fuera de ella nunca le faltaron el respeto y que en ese sentido, el respeto es mutuo. Afirmó que lo que pasó en el deporte fue parte del show, parte del espectáculo y todo queda ahí.

Cruce con “Chito” Ayala

Con la llegada de Celso Ayala como entrenador en el Kelito, Zeballos, tuvo algunos roces con el técnico que se hizo de público conocimiento. La cuestión fue que en un partido le cambió de posición, que al parecer no fue de su agrado.

“Fue en un partido por Copa (Sudamericana), era para cerrar el partido (le pidió bajar a marcar), capaz porque ese juego exigía eso, quizás por el cansancio que tenían los compañeros, pero hasta ahí. Es un caso cerrado, él dijo lo que dijo, yo también lo hice, ya somos grandes, además todas las opiniones son respetables. Lo que dije fue que no me gustaban algunas decisiones, pero que las respetaba porque todos tenemos el mismo objetivo".

El delantero expresó que tiene dos años de contrato y que se siente bien en el club; asegurando que la idea es cumplir con el acuerdo, aunque no está contento por la falta de continuidad que estaba esperando y que no encuentro explicación alguna por quedar fuera de los últimos partidos.

Explicó que no es por rendimiento y que independientemente a eso, el no estar de acuerdo con las decisiones que toma el entrenador, él respeta y que se tendrá sus razones.

“Más allá de cualquier diferencia con el técnico o con algún compañero, los objetivos siempre están en beneficio de la institución que es la que nos contrata, hoy somos empleado del club y tenemos que hacer lo mejor posible. Personalmente en los clubes donde presto servicio no voy para hacer amigos, sino tener buenos compañeros y conseguir lo mejor para el equipo”, manifestó.

Técnicos que le dejaron huellas

“En cuanto a entrenadores aprendí mucho de todos, me quedo con la lectura de juego que tenía Sergio Markarian (fue su DT en Cruz Azul), con la exigencia del Tata (Martino) y por el estilo de juego que implementaba “Chiqui” (Arce) y Juan Carlos Osorio”, dijo el guaraní.

Puntualizó que en lo personal le gusta esos estilos, quizás por características, pero que en general se aprende siempre algo de todos los entrenadores. También se acordó de los técnicos de formativas, porque a medida que uno asimila los trabajos desde el inicio, cuando llega más arriba ya no tiene inconvenientes.

PZ10, marca registrada

Años atrás, Pablo Zeballos se identificaba con el número 9 en la espalda, marcando goles, pero luego adoptó el número 10, nos cuenta cómo y porqué.

“Realmente jugué mucho tiempo con el número 9, pero desde que llegue al Olimpia (2011) comencé a usar el 10 y desde entonces en todos los clubes utilizo el mismo número, como que PZ10, se volvió una marca registrada y fue una decisión que quería implementar”, sentenció.

Por: Daniel Arévalos.

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