Es el único jugador que formó parte de aquel plantel auriazul campeón del torneo Apertura (2007) que todavía juega a nivel profesional y en una liga de alta competencia como México, es Pablo César Aguilar (34). Algunos de sus excompañeros siguen activos, pero en clubes de Ascenso o en ligas regionales.
El actual jugador del Cruz Azul, dialogó con VERSUS y recordó una parte de la historia, quizás la más linda que les tocó vivir en filas del Sportivo Luqueño. Es un “hijo” agradecido, hizo varias donaciones a la institución como el equipamiento total del gimnasio del club, a más de otros aportes de los cuales prefirió no hablar.
Se inició en la Escuela de Fútbol del Club Villa Elena de la Liga Luqueña, a los 15 años se incorporó al Sportivo Luqueño en las divisiones formativas (Sub 15), pero dos años después ya debutó en Primera División.
No ocultó su descontento por la actualidad del club que arrastra una inestabilidad administrativa. Lamenta que sus conciudadanos no puedan llegar a un entendimiento que permita engrandecer el club.
“El equipo del 2007 prácticamente estaba conformado por la mayoría de los jugadores que veníamos desde las categorías juveniles pasando por la Reserva y con un poco de experiencia en Primera. Creo que ese entendimiento y la misma intención de salir adelante fueron los que nos impulsaron a ese objetivo tan importante”, resumió Aguilar, sobre la obtención del campeonato Apertura en el año 2007.
Adjuntó que en aquel momento no dimensionaron lo que significaba la conquista del título y ya después de un tiempo parece que uno se da cuenta que lo que conseguimos era algo grandioso, una hazaña no para ellos, sino para la institución y para toda la ciudad.
Agregó que no hay duda que el fútbol contagia y recuerda que esa vez al equipo le iba bien y en toda la ciudad había un movimiento diferente. Afirmó que los comerciantes vendían todas las cosas relacionadas al club, banderines, almohadones, medallistas, guampas, gorros y bufandas, entre tantas cosas.
Aguilar subrayó que muchas cosas se dieron para llegar finalmente al objetivo y que para ellos fue clave tener una racha de 7 u 8 partidos sin perder, ganando a los clubes grandes; entre ellos a Cerro y a Libertad. Destacó que a partir de ahí empezaron a soñar de otra manera y en cada partido se acrecentaba aquello de que era la oportunidad de ganar el torneo y para felicidad todos los luqueños se dio.
Además, rememoró que extrañamente Luqueño casi no tuvo inconvenientes para ganarle a los equipos grandes, sí los denominados chicos o lo que peleaban por los últimos lugares fueron los que nos complicaban los partidos.
“Para el partido frente a Tacuary (el de la consagración), en principio y esto es a nivel personal me sentía con una ansiedad y creo que fue lo que jugó un poquito en contra. Además, viendo a tanta gente que fueron para festejar el campeonato era como una responsabilidad mayor y el gol que no llegaba, pero bueno cerca del final Julio (Ortellado), nos regaló una inmensa alegría”, explicó el defensor.
“Lo que más recuerdo después de ese partido entre tantas cosas que pasaron, fue por ejemplo ver a gente mayores llorando de alegría y que te agradezcan, son recuerdos que a uno nunca se le va a olvidar. Gracias a Dios he conseguido títulos en otros clubes del exterior, pero es muy diferente lograr con la institución que uno quiere, donde se inició como en ese caso para mí fue el Sportivo Luqueño”, dijo.
Recalcó que su objetivo no era precisamente el dinero, puesto que las condiciones económicas con que se manejaba Luqueño eran posiblemente uno de los más bajos en esa época, pero ellos pensaban en algo mejor, en salir adelante y hacer historia, de modo a dejar un recuerdo lindo a la ciudad.
“Desde luego que ganar un título es lo máximo, pero además trae consigo una gran recompensa ya que la mayoría de los jugadores de ese plantel consiguieron fichar por otros equipos importantes y eso se convierte en el premio mayor”, aseveró.
Un agradecido al club
Durante la charla, Pablo recalcaba su agradecimiento a Luqueño. “Estaré eternamente agradecido al club que me abrió la puerta. Es por eso que si de algo estoy contento es de aquella conquista (2007), porque de alguna manera pude retribuir, la oportunidad y la confianza”.
Recordemos que el zaguero es un benefactor del club, ya que realizó varias donaciones, aunque no quiso entrar en detalles. Una de ella, la de dotar el gimnasio con todos los aparatos modernos.
“Me gusta apoyar a mi gente, la idea es aportar algo para que los más jóvenes puedan mejorar en el deporte. No quiero comentar mucho eso porque es una cuestión personal. He pasado necesidades, nunca me faltó comida (aclaró) y eso me impulsa a tratar de colaborar dentro de las posibilidades”, resaltó.
Pero el futbolista, dejó un mensaje diciendo. “Siempre dispuesto a colaborar, aunque últimamente, no tanto porque la institución está en una situación donde no se ve ningún progreso y eso a uno le quita un poco las ganas”.
Algo de anécdota
En otro momento, el futbolista recordó una acción de juego, durante el desarrollo del torneo Apertura 2007. “Yo era uno de los más jóvenes del plantel, no faltaron los insultos en la cancha. Lo que más escuchaba es cuando los delanteros más experimentados me decían ‘Mo’opio nde mitā’i, che marcata, romopembaitéta hína’, pero son cosas del fútbol que no pasa de ahí”, manifestó.
“Te voy a reventar nde mita’i, me decía otro atacante, cuando le ganaba en los saltos o en un cruce, pero no pasaba de una expresión. Esas cosas en vez de tomar como una amenaza, sirve como un aprendizaje para ir ganando experiencia”, añadió.
Casi dejó el fútbol
El excentral auriazul no se olvida de una enfermedad que padeció (baja plaqueta sanguínea), que casi le truncó su exitosa carrera. Cuando parecía que todo terminaba para él, surgió la chance de jugar nuevamente en Luqueño y de ahí, la historia es conocida.
“Por causa de una enfermedad (en el 2011), que me dejó fuera seis meses sin jugar (estando en San Luis Potosí de México), cuando ya estaba por colgar los botines como se dice, fue cuando me habló el doctor Juan Carlos Velilla (médico de Luqueño) y Rubén González (directivo), para volver al club”.
“A pesar de la enfermedad que tenía ellos se comprometieron ayudarme. Así fue que retorné a Luqueño por un período corto porque volví al fútbol mexicano”.
Su retiro en Luqueño
Una posibilidad latente que mantiene Pablo Aguilar y que lo ha expresado públicamente es la de retirase del fútbol activo en el Luqueño.
Al respecto dijo: “Sí lo dije y lo mantengo, si bien uno desea alargar por decir así su vida futbolística, porque es mi trabajo, el sueño mío es retirarme ahí (en Luqueño), pero si finalmente no se da como jugador, quizás en algún momento pueda estar como entrenador o formar parte de la directiva, como sea, pero quiero estar siempre pegado al club”.
Finalmente y refiriéndose al Centenario de la institución, reflexionó. “Duele mucho que el club haya llegado a una instancia donde parece que no tiene futuro. Lo que más quiero, no precisamente por el Centenario, sino por el bien del club, es que la gente, los buenos luqueños se unan. Que esté a la cabeza una persona que ama verdaderamente a la entidad, porque Luqueño con una buena administración sería una potencia”.
Por: Daniel Arévalos.