Por Daniel Arévalos
Siguiendo con los grades hacedores de la historia del Sportivo Luqueño, en su Centenario, destacamos a Raúl Aveiro (84 años), extraordinario delantero goleador que quizás en su momento no tuvo la trascendencia que merecía como futbolista y persona de bien.
Se inició en las divisiones inferiores del equipo auriazul, tras varios intentos, ya que según comentó, no fue aceptado para practicar, hasta que finalmente por intermedio de un hermano suyo consiguió que lo admitieran en el club.
A parte de los goles, su legado más significativo, fue el haber donado el monto de la construcción de la primera gradería del estadio Feliciano Cáceres para la niñez luqueña, cuando fue transferido al Valencia de España.
Merced a su gran talento, muy joven sobresalió como goleador en Luqueño y en las selecciones nacionales. Su meteórica carrera de futbolista lo llevó al fútbol europeo (España), donde jugó por varios años en los clubes Valencia, Elche, Ontinyent CF y CD Constancia. Más adelante se desempeñó como entrenador y vivió en la madre Patria por más de 50 años.
“Jugaba al vóley, pero mi obsesión era ser futbolista, fui varias veces a Luqueño con intenciones de practicar con los chicos de mi categoría y el encargado de la utilería (Rubito Ferreira) me decía ‘tereho agui nde mitã’i’ (ándate de acá niño), ‘nosotros queremos futbolista no voleibolista’, comentó Raúl Aveiro al inició de la charla con VERSUS.
Y Agregó. “Siempre me iba a mirar los entrenamientos y los partidos de Luqueño, detrás de las alambradas. Hasta que una vez dije, voy a probar en otro club. Pensé que podría ser club Libertad, cuando me iba caminando por la vía férrea, me sigue mi hermano y me pregunta a dónde iba, le comenté y me dijo: 'vos tenés que jugar en Luqueño', fue habló y permitieron que me hagan una prueba y me quedé”, recuerda la exfigura auriauzl.
Sobre sus inicios como profesional, comentó que a edad muy temprana ya le llamaron ser parte del plantel princial: “A los 17 años ya jugaba en Primera, anoté muchos goles, eso me valió para ser convocado a la selección. Fui segundo goleador de la Albirroja con seis tantos detrás de Pelé, quien marcó ocho goles en el Sudamericano” (Ahora Copa América) de Argentina (1957). También integró el plantel albirrojo en el Mundial de Suecia (1958), aunque no jugó por lesión.
Aveiro recuerda que a pesar de que defendió a Luqueño en la máxima categoría, nunca recibió remuneración y siempre lo hizo por amor y pasión. “Cuando jugaba por Luqueño, nunca me dieron ni un duro (ni un guaraní), ni jugando en Primera División, pero no decía nada porque en ese entonces de mi trabajo de joyero ganaba para mi dinero y no tenía inconvenientes. En la selección sí me pagaban”, relató el tremendo goleador que tuvo Luqueño.
Además contó que cuando fue transferido al fútbol europeo, dio dinero para las primeras graderías de estadio auriazul y explicó por qué tuvo ese gesto.
“Cuando fui (transferido) al Valencia (de España), envié el dinero para que se construya la primera gradería del estadio de Luqueño, que era para los mitã’i, para que puedan ver de ahí los partidos. Es que yo sufrí tanto, porque tenía que trepar las alambradas o mirar entre la gente grande que me decía ‘mo’opio nde mitã’i ejukeyma’, entonces eso me tocó profundamente y decidí hacer eso”, comentó el ex jugador auriazul en un gesto altruista para beneficio del club y los espectadores.
Dejó el velorio de su madre para jugar
Un hecho bastante curioso en la vida de Raúl Aveiro, ocurrió cuando falleció su madre, en pleno velatorio, vienen a buscarlo para ir a jugar un partido decisivo frente a River Plate. Fue, jugó y marcó tres goles con los que ganó Luqueño.
“Recuerdo cuando falleció mi madre, lo estábamos velando en casa, vinieron a buscarme (sus compañeros), me dicen: 'tenés que jugar', me convencieron y tuve que ir. Al final ganamos por 3 a 0 al Kelito. Apenas terminó el partido volví a casa para seguir participando del velorio del mi madre", recordó como anécdota.
Sobre la actualidad de Luqueño
Como gran referente del club, en su rol de exjugador, Aveiro no estuvo ajeno a opinar sobre la situación del club, que hace rato no logra tener una estabilidad dirigencial. “Me da mucha pena que en tantos años el club esté en estas situaciones, una dirigencia dividida. Hay tanta gente importante en Luque y se dividen todas, no se ponen de acuerdo. Si había un poco de unidad éste club sería uno de los más prestigioso de nuestro país”, reflexionó.
Consultado si nunca pensó en ser entrenador o dirigente de Luqueño, respondió. “No, lo mío siempre fue jugar, luego cuando me retiré, estudié para ser entrenador. Trabajé con juveniles (en España), pero no fue por mucho tiempo porque tenía un negocio y me dedicaba más a eso”, señaló.
Recomendación para los jóvenes
Por su gran jerarquía como futbolista y de mucha trayectoria, Aveiro lanzó una breve recomendación para los chicos que pretenden jugar al fútbol.
“Debe dedicarse exclusivamente al fútbol y tener un cuidado especial en la manera de comportarse. A parte del talento, uno debe renunciar a muchas cosas como las diversiones juveniles y algunos vicios como fumar y tomar alcohol por ejemplo. Cuando empecé a jugar, venían mis amigos en casa y me invitaban para ir a divertirnos, para ir al baile o a pasar la noche por ahí. No, les respondía: 'mañana hay entrenamiento'. Mi pensamiento estaba sólo en el fútbol, era todo lo que quería”, remarcó.
La vida en España y el encuentro con Pelé
Nuestro compatriota fue de aquellos, que aprovechó de manera óptima su salida del país, adoptó la nacionalidad española, sin perder la paraguaya, conoció y compartió con otros extraordinarios jugadores paraguayos de la época como Eulogio (Coquito) Martínez, Juan Ángel Romero, Cayetano Ré y Carlos Sanabria entre otros.
Raúl Aveiro, ya en filas del Valencia de España, se encontró con Pelé en un torneo de verano, denominado Trofeo Naranja, en el que participan, a más del anfitrión, otros equipos invitados. Aquella vez, participaron Valencia, el poderoso Santos de Pelé (Brasil) y el Inter de Milán.
“El primer partido jugamos contra Santos, recuerdo en ese juego se me acerca Pelé, ya nos conocíamos jugando por la selección, me dice ‘Aviero, Aviero’ no podía pronunciar bien mi apellido, me toca la espalda y me dice ‘que sorte tem, ya estás en Europa’. A él, sin embargo, no le dejaron salir del Brasil, recién cuando se estaba retirando del fútbol fue a jugar en el Cosmos de NY”, sentenció la emotiva y riquísima entrevista brindada a esta página.