“Romerito”, un emblema y el máximo ídolo de todos los tiempos

Por Daniel Arévalos

Julio César Romero Insfrán (60), mundialmente conocido como “Romerito”, es el máximo ídolo del club de todos los tiempos. Por su gran talento, carisma y humildad se ganó el cariño no sólo de los luqueños, sino de todos los paraguayos. Además, es muy admirado en el Brasil donde la torcida del Fluminense lo siente como uno más de la familia.

Si bien no consiguió título alguno con Luqueño, su figura trascendió internacionalmente. Fue la gran figura en la selección paraguaya para conquista de la Copa América (1979), eso le sirvió para ser transferido al Cosmos de New York (1980/1983), donde jugó con grandes estrellas como Pelé y Franz Beckenbauer entre otros. Además dejó huellas en el fluminense de Brasil (1984/1989), también tuvo su paso por el Barcelona de España (1989).

En nuestro país, a parte de jugar en Luqueño, donde inició y culminó su exitosa carrera (1998), también militó en Olimpia (1991/1992) y Cerro Corá (1994/1995).

“Soy Luqueño de nacimiento y de convicción, de hecho somos una familia muy arraigad a al club, mi abuelo, mis tíos y mi padre fueron jugadores de ésta institución (Su padre fue campeón de 1951 y 1953). Desde chico iba a la cancha detrás del equipo. Es más fui pasa pelotas en el club, es así que me identifiqué con la institución desde un comienzo”, comenzó diciendo“Romerito”.

Julio César Romero no ocultó su gran sentimiento hacia el auriazul y asegura que Luqueño es una parte vital de su vida. “Sportivo Luqueño es lo máximo para mí, es mi vida entera, lo siento así, es lo que más quiero. Donde quiera que esté, Luqueño está primero en mi mente y en mi corazón”, confesó con profundo sentido de pertenencia.

“Se acerca el Centenario y el equipo está en una situación complicada en el promedio. Lastimosamente hace 11 años que pelea por no descender y eso no es lo queremos los buenos luqueños para la institución”, refirió, entrando un poco a la actualidad del equipo.

Prosiguió hablando y recordó de sus inicios. “No jugué en la Formativas de Luqueño, porque las prácticas eran por la mañana y esa hora me iba al Colegio (Nacional de la Capital), siempre me invitaban a formar parte del club, a veces me escapaba y participaba con ellos los domingos. En el colegio jugaba los torneos intercolegiales”.

“Cuando terminé el colegio al año siguiente hice mi Servicio Militar Obligatoria en la Fuerza Aérea, a los tres meses me dieron permiso para ir a entrenar en Luqueño, fiché y ese año (1976) ya jugué en primera División, de ahí en adelante ya no paré, hice una larga carrera en el fútbol”, rememoró en un emotivo relato en primera persona.

Promesa cumplida

Una de las promesas que "Romerito" siempre se hizo, fue volver a Luqueño antes de retirarse como profesional y lo cumplió tras volver del fútbol norteamericano.

“Siempre dije que si volvía al fútbol paraguayo (cuando fue transferido al Cosmos de NY), debía retornar a Luqueño y así lo hice en 1990, cuando de nuevo me incorporé a mí club de origen, cumpliendo mi promesa”, rememoró.

Contó además que pudo haber decidido retornar al país para jugar con uno de los dos grandes, pero su cariño hacia el auriazul fue más fuerte. “En ese entonces tenía propuestas de Olimpia y Cerro Porteño, pero no sentía esas camisetas. A parte había prometido en volver a jugar en Luqueño. En esas épocas éramos más sentimentales, actualmente es todo muy comercial”, tiró.

Romerito junto a la "Pantera" Cabañas.

No obstante,“Romerito” jugó en Olimpia (1991/92) dos temporadas y en Cerro Corá (1994/95), cuando ya estaba en la recta final de su carrera. Finalmente 1999, estando en Luqueño sufrió una lesión en la rodilla en una práctica que le obligó a poner fin a su carrera a los 39 años.

Romerito indicó que no tiene aspiraciones dirigenciales, aunque forma parte de un movimiento “República de Luque”, opositor a la actual directiva del club. Años atrás fue candidato a la presidir el club pero su lista fue impugnada y quedó fuera de la lucha electoral.

Objetivo

“Lo que más quiero por el Centenario del club es que la actual directiva salga, que venga gente nueva que verdaderamente quiera a la institución. Por supuesto que uno desea un título para su club, sería lo máximo, pero veo difícil, la prioridad es salvarse del descenso”, señaló.

“Queremos recuperar el club (junto a otros movimientos internos), estamos luchando para eso. Debemos sanear la institución. No tengo obsesión por ser presidente o dirigente alguno, si sucede, bueno aceptaré. Lo que queremos es que ésta directiva salga, porque están de manera irregular, apoyado por Harrison (presidente de la APF), lastimosamente”, disparó.

“Hay varias denuncias en la Fiscalía contra el club por lavado de dinero triangulación y otros hechos punibles, pero están todos encajonados. La APF, no hace nada, tapa los malos manejos de los dirigentes”, remarcó.

Ya no hay canterano

“Anteriormente Luqueño sacaba muchos jugadores de sus formativas. En los últimos tiempos ya no ocurre porque la mayoría de los técnicos de las divisiones inferiores hacen jugar a los chicos por dinero, los que no pagan no son tenido en cuenta”, subrayó, desempolvando una práctica del que siempre se habla.

En otro momento se lamentó la prolongada pausa que sufre la competencia de las Formativas. “No sé qué espera la APF para que vuelva los torneos de las Formativas, en todo los países los chicos juegan su campeonato. Están matando el fútbol de las divisiones inferiores. Con éste criterio tendremos un desfasaje de dos años con los demás países en las distintas categorías, porque los chicos que practicaban fútbol ya se dedican a otras actividades”, sentenció.

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Raúl Riquelme, bicampeón y una historia viviente del Sportivo Luqueño

Por Daniel Arévalos

Raúl Magno Riquelme Ortíz (93), ex arquero, historia viviente del Sportivo Luqueño, campeón del 1951 y 1953, uno de los dos sobrevivientes de aquellas conquistas, el otro es Enrique “Chingolo” Ramírez quien también integraba el plantel auriazul.

A sus 93 años, don Raúl es lúcido atiende en su negocio de dulces, escribe y lee sin usar anteojos. Nos recibe con una amabilidad y sencillez única sin conocernos, se acomodó en una silla y comenzamos la charla.

Pensó por un instante y luego comentó los recuerdos de su época de jugador. “Antes nosotros jugábamos por amor a la camiseta, por amor al club, no por la plata, me inicie en el club Primavera de la Liga Luqueña, luego fui al Sportivo Luqueño, hemos conquistado los campeonatos del ’51 y ‘53”. Actualmente el fútbol cambió mucho, existen muchos intereses”, comenzó diciendo.

“La conquista del título de 1953 fue más complicado que el de 1951, en el primero llegamos con cuatro puntos de ventaja, mientras en el 53, sólo a dos puntos (27) de nuestros perseguidores Cerro Porteño, Libertad y Presidente Hayes (25), llegamos a la última fecha, necesitábamos un empate para conseguir el campeonato y le ganamos a Hayes 2 a 0”, rememoró.

Raúl Magno Riquelme Ortíz con el periodista del GN, Daniel Arévalos.

“Presidente Hayes tenía un gran equipo en 1953, era el último campeón (1952). El partido fue difícil, estábamos 1 a 0 adelante y a los 35minutos del segundo tiempo ataje un penal, al final Luqueño ganó por 2 a 0 esa final”.
Don Raúl Riquelme, comentó como se trasladaban los jugadores a la cancha. “Don Víctor Cáceres (dirigente de entonces), tenía un camioncito, sus asientos eran de tabla (madera), ahí viajábamos todo encimado, porque también se iban los jugadores de la Cuarta Especial (Reserva)”, dijo.

Al Olimpia

Riquelme tuvo su paso por el club Olimpia por dos temporadas, con una particularidad que sólo se daban en aquellos tiempos, no jugó ningún partido frente a Luqueño, no por ninguna cláusula, sino por su fanatismo por el auriazul.
“En 1957 pasé al Olimpia, estuve sólo por dos años porque no quería jugar contra Luqueño. Don Aurelio González era el técnico, me preguntó si porque no quería jugar, le dije por si cometa algún error y que la gente piense mal de mí, pero en el fondo era por fanatismo, risas.., volví a Luqueño, me enviaron a la cuarta especial, ahí no quería jugar y me dejé del fútbol a los 28 años”.

“Soy el único jugador que salió de Luqueño que no jugó contra su club, después todos lo hicieron. Es un orgullo personal, mucha gente me dice reliquia”, refiere.

El ex golero auriazul tras su retiro del fútbol muy joven se dedicó al comercio, hasta ahora en su casa de Luque tiene una dulcería, donde él mismo se encarga con algunos familiares a atender a la clientela.

Don Raúl, tuvo un reconocimiento del club Sportivo Luqueño años atrás, con una medalla por haber sido uno de los grandes protagonistas de los dos títulos ganados por la institución.

Además, en el arranque del torneo Apertura 2021 que lleva a denominación del Centenario del club, nuevamente recibió un homenaje, aunque no pudo asistir, pero estuvo representado por su hijo (Isidro). En el mismo acto también fue distinguido, el otro ex jugador campeón (1951/53) Enrique “Chingolo” Ramírez.

El cuadro que guarda intacto cuando estuvo en el hospital con su hermana, luego de que le patearon en el rostro en un partido frente a Libertad.

“Tengo otro recuerdo”, nos dijo, mostrándonos un cuadro que tiene colgado en su almacén. Una imagen con la carada vendada en un hospital. “Fue en el año 1951, jugamos en nuestra cancha con Libertad, ganábamos 2 a 1, hasta que se produjo un tiro libre a favor de Libertad, salí para rechazar la pelota y Robustiano Maciel (delantero de Libertad), me pateó (en el rostro), tengo el pómulo (izquierdo) hundido, también otro jugador del equipo rival (Herebia) me agarró la cabeza y también sufrí un corte ahí”.

“Recién al día siguiente del partido como a las 5 o 6 de la tarde desperté (se había desvanecido), en el hospital, miré y dije pero donde estoy, era todo extraño. Llegó el doctor Quiroz (Tulio), que pasó le pregunté, ‘nde remanoi nde aña memby’, me dijo”, con una sonrisa que denotaba nostalgia, pero con aire de un hombre fuerte.

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Familia Bareiro, dinastía de jugador y dirigente

Sixto Lionel Bareiro Arrúa, una parte importante en la historia del club. No sólo fue jugador (arquero), sino también llegó a presidir la institución con luces y sombra en una época donde los clubes tenían casi nulo apoyo económico.

Pero la vocación de servir al club, viene de generación a generación, ya que su padre (Lionel Bareiro Fretes), fue un habilidoso centro delantero allá por 1940 y más adelante presidente de la entidad auriazul.

Debe ser si no el único, uno de lo que más partidos jugó con la casaca de Luqueño en primera división (1970/1983), tiene 237 en total, pero además jugó en River (1 año) y Resistencia (1 año) totalizando 298 juegos disputados en su dilatada trayectoria.

También fue seleccionado juvenil Sub 20 (campeón sudamericano 1971), además integró el plantel albirrojo de mayores para las eliminatorias del Mundial Argentina 1978. Es socio vitalicio del club y opositor a la actual directiva. Propició en varias ocasiones unir a los sectores disidentes, pero sus intentos no prosperaron.

“Desde que tengo uso de razón, a los 8 años ya anduve por el club, jugué en la divisiones menores. A los 13 años debuté en la sexta división de Luqueño en un partido contra San Lorenzo en 1963. Ese año el equipo principal perdió la categoría”, recordó.

“En 1969, el club retornó a primera, pero ese año tuve un inconveniente con el técnico y me fui a Guaraní, donde no jugué porque el titular era nada más y nada menos que Raimundo Aguilera. Ya en el año siguiente (1970) volví a Luqueño y prácticamente fui inamovible hasta 1975”, resaltó.

Una situación especial ocurrió con Bareiro, en aquel año en que el auriazul fue vice campeón (1975). Si bien era el capitán del equipo no jugó los tres últimos partidos siendo reemplazado por Gregorio Arce. El arquero capitán era funcionario del Banco Central del Paraguay y debía participar en un torneo internacional de bancarios en el Brasil, por lo que pidió permiso al club para formar parte del equipo del BCP.

Técnicos que le marcaron

“Don Aurelio (González, ex técnico de Luqueño) era un personaje, recuerdo una anécdota. Después de un partido contra Cerro Porteño en la antigua Olla que perdimos 4 a 2, los dos primeros goles de Cerro fueron en contra. El primero de Hermes Calonga me descolocó de cabeza y el segundo hizo Mario Reyes, ambos zagueros centrales de Luqueño”, dijo.

“Cuando ya salíamos del vestuario, don Aurelio me dice, ‘nde Bareiro, nde eñantendeve va’era nde defensor kuerare, nda’ei umi Cerro delanterore’ (Bareiro debes cuidarte más de tus defensores y no de los delanteros de Cerro), don Aurelio era de esos que te decían de frente las cosas”, remarcó.

“Otro técnico pintoresco que me toco fue don Carlos Arce, recuerdo no me quería dar permiso para jugar en el equipo del Banco Central, pero le convencía diciéndole, ‘esa institución es lo que me da de comer”. Pero de quien aprendí mucho fue del profe Laterza (Benjamín), antes no había preparador de arqueros, pero él sí trabajaba mucho con los porteros”, resaltó.

Llegó a la presidencia del club

En un momento álgido en el manejo institucional del club, el ex arquero se animó tomar las riendas de la institución y fue electo presidente en el período comprendido (1991/1992).

Casi no completó su mandato, por rencillas internas que hasta hoy es una constante en el Luqueño. Es más estuvo con prisión domiciliaria, miembros de su propia directiva pidieron su cabeza, pero zafó los inconvenientes y completó su mandato.

“En esa época, estar al frente de un club era complicado, no había sponsor, ni ayuda de la APF, nos manejábamos ‘a pechazo limpio’, con colaboración de los dirigentes y algunos socios. Bajo mi presidencia, el club siempre se mantuvo entre los tres primeros lugares de la tabla”, mencionó.

“Mi fanatismo llegó a tal punto cuando fui presidente, estuve con prisión domiciliaria, primero pidieron mi renuncia luego me obligaron a hacer vía judicial dos Asambleas y un juez (de la época) recibió plata y ordenó mi detención por tres días, pero finalmente eso jugó a mi favor porque gané las elecciones y completé mi mandato, aunque muchos dicen que no, pasa que pedí permiso al cargo y se quedó Juan Darío Cáceres por un tiempo, pero retomé (el cargo) en los últimos meses hasta completar el período”, aclaró.

Anecdotario

Sixto Lionel Bareiro, recuerda entre risas que en su niñez compartía mucho con los jugadores del club, pues varios de ellos vivían en su casa, ya que su padre era el presidente de la institución en 1961.

“En ese mismo año, Luqueño estaba con 5 puntos de ventaja a falta de tres fechas para concluir el torneo. Cerro y Olimpia marchaban detrás. El partido con Nacional, Luqueño perdió 7 a 0, nuestros escoltas ganaron y se acercaron a tres puntos”, rememoró

“El siguiente juego fue ante Guaraní, pierde Luqueño 5 a 4, llegamos a la última fecha con un punto de ventaja y le enfrentamos a Libertad, empatamos 1 a 1a duras penas con penal prácticamente inventado por el árbitro Rubén Cabrera , llegamos con puntos iguales los tres equipos. En la definición, contra Cerro Porteño, Luqueño perdió 4 a 0, pero en ese partido ocurrió algo raro, los jugadores (auriazules) consumieron unas pastillitas para tener mayor rendimiento supuestamente, pero se le medicó mal. Debían ingerir 20 minutos antes del partido, pero el médico le suministró antes de salir de Luque, cuando el plantel llegaba al Estadio (Defensores del Chaco), todos estaban sonámbulos”, contó entre risas.

“El único que no tomó la pastilla fue Modesto Sandoval (arquero), tuvo muchas tapadas, de lo contrario la derrota pudo haber sido mayor. En el partido con Olimpia se jugó sin pastilla risas…, ganó el equipo franjeado 3 a 2 en un partidazo. Ese año Cerro Porteño fue el campeón”, concluyó diciendo.

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