Los ocho albirrojos que todavía no debutaron por Eliminatorias

Para el segundo combo de Eliminatorias, de la lista inicial de 30 jugadores convocados por Eduardo Berizzo, quedaron 28, luego de varias bajas por lesiones. Entre estos seleccionados, 20 jugadores ya tuvieron minutos en partidos clasificatorios a mundiales y quedan ocho todavía por debutar.

Haciendo el repaso línea por línea, entre los arqueros, los que todavía no jugaron por Eliminatorias son Alfredo Aguilar y Miguel Martínez. Los porteros de Olimpia y Cerro Porteño respectivamente, aún deben aguardar su oportunidad, teniendo en cuenta que Antony Silva es el dueño actual del arco albirroja.

Mientras que en la línea defensiva solamente quedan por debutar Juan Escobar y Santiago Arzamendia. El lateral izquierdo de Cerro, hubiese sido el titular en el arranque de las Eliminatorias, pero el COVID-19 se lo impidió. Robert Rojas y Omar Alderete sumaron sus primeros minutos en la fase final del partido pasado ante Venezuela.

La línea del medio es la que menos debutantes tiene. Con la baja de Lorenzo Melgarejo, el único que queda por debutar es su compañero en Racing de Avellaneda, Matías Rojas, quien fue convocado para este combo luego de estar ausente en el primero.

Por último, en el ataque hay tres nombres que aún esperan por su primer partido oficial en Eliminatorias con la Albirroja. Alejandro Romero Gamarra, Braian Samudio y Sebastián Ferreira, aguardan una oportunidad en los partidos ante Argentina y Bolivia.

LOS OCHO ALBIRROJOS QUE TODAVÍA NO DEBUTARON EN ELIMINATORIAS

ARQUEROS

- Alfredo Aguilar

-Miguel Martínez

DEFENSORES

-Juan Escobar

-Santiago Arzamendia

VOLANTE

-Matías Rojas

DELANTEROS

-Sebastián Ferreira

-Braian Samudio

-Alejandro Romero Gamarra

 

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Darío Lezcano, víctima de un sistema perverso que tritura delanteros

Por Christian Pérez / Edición de video: Rodrigo Pujol.

Al hablar de un sistema perverso, no nos referimos exclusivamente al esquema o el dibujo tanto prioritariamente, sino también de la forma de jugar, la poca valentía de sus compañeros y la nula alimentación que tiene para buscar calmar su obsesiva sed de volver a convertir con la Albirroja.

Es populista y un argumento muy facilista decir “qué malo es Lezcano”, “hay que buscar otro 9”, “no tenemos delantero”. Y lastimosamente la falta de goles, no solo le carcome su tranquilidad y estabilidad mental, sino alimenta el rechazo popular hacia lo que era ya su resistida vuelta a la selección de Paraguay.

Quien escribe estas líneas, no estuvo de acuerdo con la vuelta del goleador del Juárez a la Albirroja, tras abandonar el barco en el peor momento, pero no por ello va a aprovechar para atacarlo sin razón o argumentos válidos.

Analizando los movimientos y datos estadísticos del “9” guaraní, tanto el equipo como el público, son muy injustos con él. El delantero de Juárez es el que mejor se adapta al estilo que propone y tiene patentado Eduardo Berizzo. El trabajo “sucio” que hace prácticamente no se nota, así como las presiones intensas que hace sin pelota principalmente.

Darío ha cumplido con suficiencia el rol de referente ofensivo. Aguanta si es necesario, busca siempre respaldarse en un compañero para luego ocupar la zona de “9” y marca el pase casi siempre, aunque casi siempre ignorado o asistido de mala manera. Es un delantero picador que no ha recibido un balón limpio hacia el área rival.

Además, ha demostrado ser demasiado útil para los extremos o los volantes internos. Libera mucho espacio cuando se tira a los costados, pero eso poco se aprovecha.

¿Recuerdan algún “mano a mano” de Lezcano con el portero rival? Ninguno. Entonces cómo juzgarlo como un delantero sin gol. Es más, sólo se las ingenió para tener los dos únicos remates que tiene en las Eliminatorias. Un disparo casi culminó en gol, tras un contexto poco favorable, que él convirtió en jugada de peligro y que le terminó sacando el arquero de Perú.

Los que deben generarle juego no aparecen y él termina desesperado saliendo por los extremos o bajando muy lejos de su zona para tener contacto con la pelota. De lo contrario no tocaría casi balones.

El "9" albirrojo debe hacer lo imposible para que le pasen el balón. Sale demasiado para asociarse y también abrir espacios para los extremos.

Las estadísticas son hasta humillantes para él. Con más de 1.000 pases hechos en dos partidos, Darío Lezcano solamente tocó 33 veces la pelota en casi 150 minutos en cancha.

Si bien en el primer partido ante Perú, tocó 16 veces la pelota, solamente le dieron 6 pases y 4 de ellos fueron de los dos zagueros centros. Inadmisible desde todo punto de vista. ¿Y cómo hizo para tener contacto con la pelota en las otras 10 veces? Peleando, presionando y yendo a la pelota dividida. Terminó siendo él, el que más cedía pelota a sus compañeros.

Esto es las veces que Lezcano buscó asociarse y fueron 10 los pases cedidos por él, que solamente recibió 6.

En el segundo juego, la cosa no fue muy distinta. Ante Venezuela apenas tocó el balón en 17 oportunidades y le dieron solamente 9 pases. Obviamente, el resto, se las tuvo que ingeniar para tener contacto con la “caprichosa” y vaya que es caprichosa con él.

Como referente de área solamente tuvo 2 remates al arco, uno casi termina en gol y creó dos ocasiones muy propicias de gol. Uno fue ante Perú, habilitando a Hernán Pérez y la otra (ante Venezuela), tras pivotear, le cedió la pelota para que Cubas atropelle de frente con un derechazo colocado.

Ante Venezuela solo dio 9 pases y le recibió la misma cantidad.

La poca profundidad y la escasa agresividad de Paraguay desde tres cuartos hacia arriba, hace que los delanteros sean apenas una sombra. Son una víctima del cruel sistema de posesión en el bloque bajo.

Con Berizzo ya pasaron atacantes como Santander, Carlos González, Darío Lezcano, Raúl Bobadilla y Tony Sanabria. ¿Ninguno convenció hasta ahora? Obviamente y en gran parte, los culpables no son ellos. La forma de construir el juego que tiene Paraguay o al menos demostró al inicio de las Eliminatorias, seguirá masacrando delanteros y triturando nombres.

Dice una famosa frase que “hay un remedio para las culpas y es reconocerlas”. Berizzo deberá asumir y aceptar que el sistema no le reditúa para ciertas posiciones, para ciertos jugadores y a la larga terminará perjudicando al equipo.

 

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La incomodidad de Almirón, reflejada en su intrascendencia en Paraguay

Por Christian Pérez / @chrisperezz7

Edición de video: Rodrigo Pujol

Miguel Almirón es la bandera y el orgullo máximo de Paraguay en el fútbol más competitivo del mundo, como es la Premier League. Lo catalogamos como uno de los futbolistas con más virtudes creativas y ofensivas de un tiempo a esta parte, pero nunca lo explotamos debidamente.

En este nuevo proceso con Eduardo Berizzo, se lo probó en varias posiciones, pero a la hora de la verdad (inicio de las Elminatorias), ha quedado preso como uno de los extremos, demostrando una notable incomodidad, que lo lleva a la intrascendencia, ya que termina desperdiciando casi todas sus virtudes pegado a la raya o recostado por uno de los carriles.

El fastidio y la incomodidad lo trata de ocultar con esas ganas de llevarse al mundo por delante, pero no influye casi en el juego y no es determinante en un equipo que pide a gritos que sea él el que tome el control absoluto del juego: desde la construcción, pasando por el desequilibrio individual – explotando su velocidad –, siendo el jugador clave de tres cuartos de campo que se encargue de nutrir, alimentar y explotar a los extremos y el referte de punta, que es el que más sufre evidentemente en el estilo y el esquema que tiene patentado el entrenador argentino.

¿Cuál es la posición ideal de Miguelito Almirón? Qué pregunta sin respuesta hasta ahora, al menos en la selección paraguaya. Hay una sola cosa clara por el momento: no es extremo y no le agrada estar cerca de la raya.

Los números nunca mienten y son muchas veces la solución a varios cuestionamientos o interrogantes. Si bien en Cerro mostró chispazos de un talento enorme y en Lanús tuvo momentos de gloria, sin dudas que en su estadía por el Atlanta United, fue donde mostró el máximo brillo de todo su potencial, Miguel Almirón “explotó” y llegó a su techo como jugador, siendo un mediocentro ofensivo.

Pero, ¿cómo y dónde juega un mediocentro ofensivo? Bueno. Con Gerardo Martino (en el Atlanta), “Miggy” fue arropado por dos mediocampistas defensivos por debajo de él y dos extremos a su lado, con el dibujo de un 4-2-3-1, una figura usada por Paraguay en varios pasajes ante Venezuela (también el 4-1-4-1), pero cuyo lugar fue ocupado por Gastón Giménez, pero porque este tenía una doble función, pues debía agobiar al “6” de la Vinotinto a la hora de perder pelota.

En el 4-2-3-1, Almirón es “cuidado” y “mimado” por todos. Juega libre en centro, a una distancia no muy lejana del “9”. Tenía libertad para bajar a pedir pelotas por el sector donde a él le parezca, cayendo indistintamente, tanto por izquierda, por derecha, asociándose con los extremos y obviamente por el carril central para conectarse con su mejor socio, Josef Martínez. Sin obligación estricta de marcar, pero sí apoyar y no hacer tan fácil la salida del rival.

Dijimos más arriba que los números no mienten. En 50 partidos ocupando la posición de mediocentro ofensivo, Miguel Almirón hizo 20 goles y fue protagonista de 18 asistencias. Números extraordinarios, que no son casualidad.

¿Algo más claro que esto? Siendo mediocentro ofensivo, alcanzó su techo y demostró todas sus cualidades.

Con Francisco Arce (en la Albirroja), Almirón también disfrutó de ese mismo dibujo táctico, aunque con menos libertad y realizando actuaciones destacadas. Además, quizás en ese entonces no estaba listo para asumir el liderazgo futbolístico, que ahora está obligado a tomar.

Sacrificado y con poca participación

En la era Berizzo, se lo probó en un par de esquemas y posiciones, hasta de interno, siendo el tercer hombre del medio, que hoy ocupa Mathías Villasanti. Y no es descabellado pensar que de por ahí le podría sentar bien, ya que tiene toda la cancha en frente y su trabajo sería más centralizado.

En el inicio de las Eliminatorias fue uno de los jugadores que más sufrió sin dudas. Desenvolverse pegado a la raya, no es fácil para cualquiera y menos para alguien que goza el juego por el centro.

Ante Perú solamente hizo 25 pases, de los cuales 22 llegaron a destino. Pobrísimo su contacto con el balón, que es lo que lo alimenta a él y sabiendo que cuando más tenga la pelota, más agresivo y peligroso puede ser equipo.

El mapa de calor del juego ante Perú, muestra claramente cómo fue encasillado como extremo derecho. Luego, con el ingreso de Romero, se tiró por izquierda.

Encasillado totalmente como extremo derecho, le costó una enormidad pesar en desequilibrio y juego colectivo. Se sintió víctima total del sistema y en la posición en la que lo “obligaron” a desempeñarse, no ganó casi en duelos individuales. Por instinto buscó encarar siempre el medio, zona en donde al menos generó un par de infracciones a favor.

Solamente tuvo 8 conexiones con Alberto Espínola, con quien debía asociarse más y apenas hizo 3 contactos con el volante interno por derecha, que esa vez fue Gastón Giménez. Perdido, incómodo y totalmente aislado de la elaboración.

No existe mayor mentira que “Miguel tiene libertad para moverse por todos lados”.

Pobrísima participación en el primer juego, siendo catalogado uno de los jugadores claves del equipo.

Ante Venezuela mejoró su producción y tuvo algo más de participación, principalmente en la primera media hora de juego, tratando de bajar, asociarse y trasladar pelota hacia adelante. Fue eje por momentos, pero con el correr de los minutos fue “clavado” nuevamente como un externo por derecha, en el dibujo de tres mediapuntas o volantes ofensivos: Romero-Giménez-Almirón.

En este partido hizo 51 pases y acertó 42. Falló bastante, pero fue porque se atrevió a tomar el mando en los primeros minutos. Luego fue desapareciendo casi y perdiendo demasiadas pelotas, principalmente recibiendo de espaldas al arco y con el pie apoyado a la raya de cal.

Fijado como extremo izquierdo, el mapa de calor no miento.

A pesar de ello, el "10" albirrojo es el segundo jugador paraguayos que más buscó el "uno contra uno". Ganó 6 de 10 intentos, pero ni figura entre los futbolistas que han creado jugadas claves con peligro a gol.

Y EL DATO MÁS SORPRENDENTE DE MIGUEL ALMIRÓN, ES QUE TIENE CERO REMATES A PORTERÍA. ¡INCREÍBLE!

Muchos usan el argumento, pero “debe rendir, si en Newcastle lo ponen en cualquier lado”. No, no porque en Inglaterra lo desperdicien, aquí debemos hacer lo mismo. ¿Por qué no explotar sus virtudes y así potenciar el equipo?, ¿el esquema está por encima de todo?

Quizás Miguel Almirón no es el jugador fantasioso que todos creen, que puede frotar la varita, como quizás lo hagan Óscar Romero o “Kaku” Romero Gamarra, pero sí tiene talento de sobra para hacerse cargo del equipo, para potenciar el juego, a los compañeros y que estos lo potencien a él. Nunca es bueno que todo gire alrededor de un jugador, pero sí es obligatorio darle comodidad, herramientas y un buen contexto a tu estrella.

 

 

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