Un papelón

Por Gustavo del Puerto / TW: @gusdelpuerto

La velocidad y el ritmo intenso que imponen los equipos argentinos a los nuestros quedaron en evidencia, una vez más. Se pensaba que el largo parate de ellos, campeonato paralizado, era una gran ventaja, pues ni siquiera pudieron hacer entrenamiento futbolístico de 11 contra 11 por el protocolo argentino. Era lógico soñar en la gran gestión de los representantes paraguayos, que con la vuelta del fútbol local estaban afilados. Sin embargo, fue la peor mentira.

Y esa hipótesis se fue al tacho, porque lo de Libertad ante Boca Juniors y Olimpia frente a Defensa y Justicia, simplemente fue un papelón.

Boca, de visitante lo llevó por delante al Gumarelo y tampoco el Rey de Copas pudo con la intensidad de un rival, que incluso por la falta de competencia, terminó sin piernas. Claro que lo de Libertad se agravó más una semana después al caer de visitante con un rival venezolano, donde tampoco volvió el fútbol oficial a causa de la pandemia. Ese traspié derivó en la renuncia de Ramón Díaz, quien dejó la huerta sin encontrar el equipo y un rendimiento acorde a las expectativas.

La presente versión de la Libertadores con su retorno, a excepción de Guaraní, un equipo muy intenso para nuestra forma de jugar, desnudó un viejo mal. Es el déficit de muchos que se visualiza a pasar la frontera. Tenemos que jugar más en el campeonato criollo, protestar menos, no simular faltas inexistentes o ahora el nuevo mal, el famoso pedido de revisión del VAR. Se corta demasiado la fluidez del juego y pocos son los árbitros que dejan jugar. La cuestión es muy simple, más pelota en movimiento y más intensidad.

Y todo lo argumentado se puede lograr. En tiempos modernos ya no se justifican las viejas practicas de intentar sacar ventajas con modales desechados. Basta con poner de ejemplo a los futbolistas paraguayos que van al exterior, se adaptan en su mayoría a las exigencias del fútbol y lo bien que uno debe estar para competir y ganarse un lugar en el equipo.

El arbitraje también tiene mucho que ver, porque lamentablemente hay jueces que ponen freno de mano a un partido y apañan a los jugadores que hacen el menor esfuerzo para jugar mayor tiempo. Lamentablemente esto repercute en la selección. Olimpia ganó los últimos cuatro campeonatos, jugando con velocidad para potenciar la capacidad individual y colectiva del equipo. Y esa realidad es la gran virtud reflejada en el Cerro Porteño, campeón del torneo Apertura. Da gusto verlos jugar a equipos que salen a proponer y que imponen velocidad. Un buen ejemplo en la Copa Libertadores es Guaraní, que está a punto de clasificar a la próxima fase, mientras que Olimpia y Libertad ven complicadas sus chances.

Comentarios


Francisco Arce, el arquitecto de lo "imposible"

Por Christian Pérez/ TW: @chrisperezz7

Imposible, un vocablo que el fútbol nuevamente ha desechado de su diccionario, como tantas veces y en esta ocasión dando un cachetazo a los incrédulos -como el que escribe esto- que seguían convencidos que el peso de los nombres y el poderío económico eran determinantes conquistar en este deporte. Pero no. Triunfó la humildad, el trabajo combinado con la pasión y el amor por los colores.

Francisco Javier Arce Rolón, el mejor entrenador paraguayo de la última década, ha dado nuevamente clases, pero no solamente sobre fútbol y táctica, sino esta vez también de liderazgo, asumiendo en más de una ocasión el rol de negociador, motivador y administrador de relaciones humanas, dentro un equipo devastado, burlado y hasta ninguneado, que se había acostumbrado a perder en los últimos dos años.

Hay que ser sinceros, honestos y directos: era imposible que Cerro Porteño sea campeón mirando la cruda realidad cuando inició la pretemporada, allá por los primeros días de enero. Imposible sacarle algo más a un plantel tan golpeado y tiroteado, desde la prensa, hasta por su propia gente (casi todos).

Era imposible pensar en ser campeón, siendo que Cerro, institucionalmente estaba pasando quizás por la peor etapa financiera de las últimas décadas. Demandas, deudas con el plantel, una relación distante entre jugadores y directiva, hacían suponer que el Ciclón tenía un panorama más oscuro incluso que los últimos 24 meses.

Era imposible imaginar este presente. Mientras Olimpia mantenía la base de su mega equipo tetracampeón, reforzando con nombres estelares como Jorge Recalde, Alan Benítez, Adebayor entre otros, en Cerro aparecían refuerzos "humildes" como el de Enzo Giménez, Miguel Martínez, Fredy Vera, por citar algunos y que eran motivos de burlas incluso. Y Enzo puso la cara por esta lista de ninguneados, dejando en claro que el verdadero valor de un futbolista no se mide por lo económico.

Era imposible que un equipo tan destruido por dentro pueda competirle de igual a igual a Libertad, que se trajo a uno de los entrenadores más prestigiosos del continente y a la par, sumando estrellas del continente y de la mismísima millonaria MLS, para cumplir con los caprichos del DT, que era contratado incluso para pelear en la Libertadores.

Era imposible aceptar una realidad como la actual, viendo el penoso inicio de temporada local y el papelón copero ante Barcelona, otro trago amargo absorbido por el sufrido pueblo, que ya estaba acostumbrado a tantos golpes, pero cada caída en el campo internacional, es como que le sacan una vida, pero a la vez es temporal, ya que cuando sana la herida, automáticamente el corazón vuelve a palpitar, incluso más fuerte que antes.

Imposible. Un equipo deprimido al máximo, al que "Chiqui" Arce le trataba de dar golpes de reanimación, pero parecía no haber caso. Los refuerzos eran los peores. Enzo no se adaptaba, la timidez le había ganado y Claudio Aquino, la máxima contratación sobre minutos de adición en el mercado de pases, era fiel reflejo del equipo: no asumía un papel protagónico, parecía no estar preparado para tamaña responsabilidad y la confianza era solamente un recuerdo. En Guaraní lo festejaban, porque habían dejado ir al perfil falso del gran volante argentino.

Antes de la pandemia, Cerro ya quedó a 7 puntos del líder. En 8 fechas ya se había despedido del campeonato. La sinceridad a veces no cae del todo bien y para quien escribe, el Ciclón había repetido errores de los últimos 4 torneos y el Apertura parecía un caso perdido. El equipo jugaba mal, solo se dejaban ver malas de frustración y la relación jugadores-directiva empeoraba.

Se vino la desgracia mundial del coronavirus. Algo horrible que cambió la vida y el fútbol. Y don Francisco Arce hizo magia en la oscuridad, encontró luz donde no había y creó el camino de un callejón que parecía no tener salida.

"Chiqui" fue negociador entre jugadores y directiva para una pelea económica en el que nadie quería ceder.

Siguiendo con lo imposible, el panorama se ponía peor. Se fueron figuras como Sergio Díaz, "Topo" Cáceres y no había forma (no puede fichar) de reforzar. Pero a "Chiqui" Arce lo llamaron a su juego y el destino del fútbol siempre lo unió de manera especial con la cantera del club, de donde él salió. Conoce el sentimiento de los chicos, sabe en qué insistir y es su especialidad potenciar a los que nacen con el ADN cerrista.

Le dio la mano a Alexis Duarte y este chico pidió que lo soltara, ya que tenía calidad de sobra para caminar solo en Primera. Terminó corriendo incluso. Le dio la cinta al chico que aceptó ser capitán con valentía, así como lo hizo desde la escuela de fútbol, defendiendo los colores de toda su vida. Potenció a jugadores "deprimidos" como Arzamendia, "Beto" Espínola, ambos, criticadísimos por todos y de a poco fue preparando a los futuros dueños del equipo, como Alan Rodríguez, Wilder Viera, Fernando Ovelar, Junior Noguera, entre otros.

Incluso le dio vida a un "chico grande", como Ronaldo Martínez, que con 24 años volvió a debutar y también firmó una parte del título.

Agregó un nuevo oficio en su carrera, la de psicólogo y motivador. Convenció no solo de quedarse al "Pachi" Carrizo, quien ya tenía preparada las valijas, sino logró que el "7" asumiera un rol secundario y mucho más colectivo en el nuevo Cerro. Hizo creer a Enzo Giménez que su potencial no tenía techo y le hizo entender a Claudio Aquino que era él el hombre en el que todos confiaban como la nuestra estrella ofensiva.

La forma de proponer no se negoció nunca, al igual que las ganas en cada partido. La exigencia física siempre fue al límite y si la táctica fallaba, Arce obligó a ganar los partidos con el corazón.

Fui de los que siempre dijo que Francisco Arce era el técnico ideal para "refundar" futbolísticamente Cerro. Nadie más que él, pero así también, dije convencido que el Ciclón estaría entre el tercer y cuarto lugar, por detrás de Olimpia, Libertad y quizás incluso Guaraní. Creía que el proceso tomaría tiempo y en Barrio Obrero recién podrían ilusionarse en el segundo o tercer torneo con "Chiqui".

Los procesos y los proyectos no funcionan normalmente a corto plazo. El mejor DT del fútbol paraguayo acaba de eliminar esa teoría con alguna fórmula mágica y ha cimentado una gran base para devolver el sueño y la alegría perdida en la Capital del Sentimiento.

Cerro le ganó a todos los equipos de Primera División de manera corrida, marcando récord y remontando 13 puntos al que era líder antes del parate: Libertad.

Francisco Javier Arce, el arquitecto de lo imposible. 

Comentarios


33

Por Mike Silvero - @mikeotr

Todos los procesos que ocurren en nuestro mundo conocido siempre aumentan hacia el desorden, lo que se conoce en física como entropía. Transformar todo hacia el orden, es más raro de lo que imaginamos y casi siempre tiene que ver con la búsqueda de los seres vivos de; extraer energía alrededor, eliminar obstáculos y mantener un equilibrio dentro del caos.

El 2020 es uno de esos años que quedarán marcados en la historia como un evento ineludible para los que lo están viviendo y superando, mientras que para quienes vengan después será una simple anécdota, como de esas historias que nos aburren contando padres y abuelos, porque tendemos a creer que nuestra vida es mucho más interesante que las anteriores, que el presente dicta lo importante.

El Cerro Porteño 2020 tuvo varias vidas, desde la emoción y expectativa de inicio de año hasta el golpazo internacional, las caídas consecutivas a nivel local y la maldita pandemia que obligó a una reestructuración que lastimó a todo lo que es una institución; con categorías liberadas y vaya uno a saber cuántos sueños truncados, con suspensiones de trabajo de decenas de empleados, y con la incertidumbre de cómo sería el futuro.

Esto pasó solo hace meses, y aún sigue pasando.

Unión representa etimológicamente ‘uno’. Es decir, ponerse de acuerdo y que existan voluntades iguales. Pero más importante que la palabra, es que existan objetivos comunes y esfuerzo mutuo. Esto no es sencillo, para que se logre esa homogeneidad, alguien tendrá que ceder, no todas las partes en un conjunto de personas -así como en el universo mismo- apuntan para un mismo lugar.

Allí es donde los líderes buscan agrupar toda la energía posible, sacarse de encima todo lo que no contribuya y luego mantener el equilibrio.

Eso pasó en Cerro.

La intrahistoria marca que en el peor momento; con la prensa desayunando, almorzando y cenando con los problemas financieros de un club que se preparó con otras intenciones, con jugadores molestos, con una dirigencia en constante cambio, había que encontrar un orden.

Eso pasó en Cerro.

El equipo que logró el campeonato 33 quedará en el recuerdo de todos los que sufrimos y disfrutamos con esta camiseta; por la seguridad de Muñoz, por el carácter de Patiño, por la revelación de Duarte, por la resiliencia de Beto, por el empuje de Arza. Por la calidad de ‘Pika’, por la capitanía y el sueño cumplido de Villasanti, por la magia del Pachi, por la velocidad y atrevimiento de Enzo. Por la categoría de Aquino, por la mentalidad ganadora de Churín.

También por como los que no jugaron se mantuvieron siempre enfocados, el Covid no generó mayores inconvenientes, lo que demuestra el compromiso de los ausentes, entre ellos jugadores de talla internacional como Amorebieta, seleccionados como Marcos Cáceres, o leyendas del club como Dos Santos.

Nota aparte para Óscar ‘Kure’i’ Ruiz por destacarse siempre que fue llamado, y para los más chicos; Josué, Ronaldo, Delvalle, Viera, Rodríguez, los que aparecieron cuando se los llamó y aguardaron cuando hubo que hacerlo.

Nota aún más aparte para ese señor llamado Nelson Haedo Valdez, que sin nada que demostrarle a nadie se rompió el alma entrenando para poder volver a tener al menos algunos minutos y poder levantar la Copa como correspondía.

Un equipo que casi no tuvo lesiones, lo que demuestra aún más concentración y gran trabajo de preparación física. Que mostró entendimiento en el campo de juego y fuera de él. Que encontró en el Chiqui a un redentor ferviente creyente del trabajo como la única herramienta para vencer a los viejos demonios.

‘Chiqui’ es uno de los tres pilares que sostuvieron a este equipo campeón, y estas líneas simplemente son para reforzar eso que es sabido y que quien lo niegue, niega la realidad: Arce es el mejor técnico del fútbol paraguayo, ya hace varios años.

El acuerdo y el equilibrio en Cerro llegó con otros dos pilares, el dirigencial y el financiero.

Este último con una quita importante, con una reducción salarial para muchos, con la despedida y muchas gracias para otros. Y el dirigencial desde un lugar distinto al habitual, como encargado del Departamento de Fútbol, Ariel Martinez construyó la base de apoyo para el cuerpo técnico y el nexo con los Zapag desde el trabajo silencioso, la mesurada exposición pública y la constante presencia en esos meses ‘malos’.

El campeonato de Cerro es indiscutible, es de esos sobre los cuales el cerrista va a estar orgulloso por siempre y con razón. En menos de 3 meses, les ganó a todos, sí a todos los rivales de Primera División, no conoció derrota y no tuvo un solo partido desde el reinicio del torneo donde no haya merecido ganar. Goleó, remontó, sufrió y también se lució. Todo en 13 partidos inolvidables, cada uno por sus características.

El equipo enfocado con Arce a la cabeza, las finanzas prudentes de los Zapag, y el sostén dirigencial de Martínez y Enrique Berni, constituyen la unión que hoy le permite al país entero celebrar en medio de tanta mala en un año complicado pero aleccionador.

Es fútbol, es cierto, pero también es la muestra de cómo realmente la unión hace la fuerza.

El ejemplo de este Cerro se puede trasladar a la política, a los gremios, a las empresas, a las familias, a las personas que pueden ver cómo es necesario encontrar ese equilibrio que nos permita evitar el desorden y la entropía natural.

Desde afuera, nadie que mire atrás a marzo, podría imaginarse este escenario en septiembre, y esa es la propiedad fundamental del tiempo, que solo nos permite hacer observaciones sobre los cambios a posterior, porque hacerlo antes asegurando sería futurología. “El tiempo nos hace prisioneros del presente, por siempre transitando entre nuestro pasado conocido y el desconocido futuro”, dice el astrofísico Neil Degrasse Tyson, que de fútbol sabrá poco, pero de leyes del universo mucho.

A veces la ansiedad del presente nos encierra en un lugar de desconfianza que nos impide avanzar, por eso es tan importante la unión, porque logra un enfoque a futuro, no como algo a lo que indefectiblemente haya que llegar, pero sí con metas por alcanzar y con un método para hacerlo.

El múltiple campeón del mundo de Fórmula 1, Sebastian Vettel le dijo a su equipo en Red Bull en 2013 luego de ganar otra temporada: “Tenemos que recordar estos días porque no hay garantía de que van a durar para siempre. Disfrutenlos mientras duren”.

Hoy es el momento de disfrutar, porque no sabemos qué nos depara el mañana.

Olvídense de Cerro, piensen en la familia, en el trabajo.

Por eso hoy hay que brindar.

Por el recuerdo de los que ya no están.

Por eso hay que celebrar, porque estamos hoy.

Los hijos y los padres, los tíos y las madres. Los abuelos y las abuelas, los vecinos y los amigos.

Los patios de fiesta, la calle teñida de los colores que nos apasionan, la Olla, la vida.

En medio de este año tan pesado, gracias Cerro por esta alegría.

Gracias por alegrar nuestros días.

Comentarios

Ir arriba