La sapiencia de "Chiqui" fue clave

Por Gustavo del Puerto / TW: @gusdelpuerto

La merecida consagración de Cerro Porteño como el campeón anticipado del torneo Apertura 2020 tiene varios protagonistas, pero la clave del éxito, en mayor medida fue el técnico Francisco Arce.

Para hacer un rápido repaso, no se debe olvidar la temprana eliminación copera del Ciclón y a partir de ahí, empezó a cambiar el panorama. El plan de austeridad, la nueva política del club, también resultó como un punto positivo. A partir de ahí, Chiqui tuvo contreras en la propia directiva cuando se gestionó su vuelta​, inició un plan solvente e inteligente. Se agenció con los jugadores que tenía tras la sangría y bajas de futbolistas costosos, pero de poco aporte y que terminaron mirando desde plateas el partido de la consagración.

Emergió un entrenador que agregó madurez a la toma de decisiones para potenciar su gran capacidad, porque Arce es un estudioso y confirmó que hoy es el mejor técnico paraguayo. Convenció a los jugadores. A todos les hizo sentir importante. Armó un equipo fuerte, sólido en sus líneas y comprometido, pues sin la conocida concentración por la pandemia, indudablemente todos se cuidaron de la mejor manera. A las buenas estrategias y el extraordinario nivel futbolístico, el azulgrana fue capaz de imponer su ritmo intenso, basado en una estupenda preparación física.

La fortaleza de Cerro empezó del arco y se extendió en todas las líneas. Cuando se reanudó el fútbol, el Ciclón estaba a 7 puntos del líder Libertad y el partido de la resurrección precisamente lo gana al Gumarelo de Ramón Díaz y lo consiguió de buena manera. Fue la referencia de la reacción y después ganó a todos los adversarios, incluido el tradicional rival Olimpia.

El Chiqui de la actualidad agregó variantes al juego de su equipo, pero siempre con el principal rasgo de su filosofía: el buen trato de la pelota.

Cerro dio un gran salto. Con el grito de campeón ya asegura más de 3 millones de dólares de la Conmebol por ingresar directamente a la fase de grupos de la Libertadores del 2021, lo que indudablemente será un paliativo importante para oxigenar la complicada situación económica del club de barrio Obrero. Por ahora hay que mantener el plantel, Cerro Porteño volvió a sus raíces, las formativas, y tiene al Chiqui como el más indicado para sacarle el jugo al semillero. A fin de año, hay que replantear las cosas, dando las gracias a los futbolistas costosos que no juegan. Hoy el capital de Cerro subió enormemente y basta con citar a tres futbolistas transferibles, el Pulpito Duarte, la grata revelación, Arzamendia y la consolidación del joven capitán Villasanti, que junto a Cardozo Lucena, el otro volante central, los dos tienen nivel de selección.

Los procesos no tienen mucha vida en el fútbol paraguayo y son contadas las excepciones, sin embargo, el Chiqui y sus compañeros de trabajo demostraron su capacidad para que Cerro apueste de una vez por todas a un proceso largo.

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Un papelón

Por Gustavo del Puerto / TW: @gusdelpuerto

La velocidad y el ritmo intenso que imponen los equipos argentinos a los nuestros quedaron en evidencia, una vez más. Se pensaba que el largo parate de ellos, campeonato paralizado, era una gran ventaja, pues ni siquiera pudieron hacer entrenamiento futbolístico de 11 contra 11 por el protocolo argentino. Era lógico soñar en la gran gestión de los representantes paraguayos, que con la vuelta del fútbol local estaban afilados. Sin embargo, fue la peor mentira.

Y esa hipótesis se fue al tacho, porque lo de Libertad ante Boca Juniors y Olimpia frente a Defensa y Justicia, simplemente fue un papelón.

Boca, de visitante lo llevó por delante al Gumarelo y tampoco el Rey de Copas pudo con la intensidad de un rival, que incluso por la falta de competencia, terminó sin piernas. Claro que lo de Libertad se agravó más una semana después al caer de visitante con un rival venezolano, donde tampoco volvió el fútbol oficial a causa de la pandemia. Ese traspié derivó en la renuncia de Ramón Díaz, quien dejó la huerta sin encontrar el equipo y un rendimiento acorde a las expectativas.

La presente versión de la Libertadores con su retorno, a excepción de Guaraní, un equipo muy intenso para nuestra forma de jugar, desnudó un viejo mal. Es el déficit de muchos que se visualiza a pasar la frontera. Tenemos que jugar más en el campeonato criollo, protestar menos, no simular faltas inexistentes o ahora el nuevo mal, el famoso pedido de revisión del VAR. Se corta demasiado la fluidez del juego y pocos son los árbitros que dejan jugar. La cuestión es muy simple, más pelota en movimiento y más intensidad.

Y todo lo argumentado se puede lograr. En tiempos modernos ya no se justifican las viejas practicas de intentar sacar ventajas con modales desechados. Basta con poner de ejemplo a los futbolistas paraguayos que van al exterior, se adaptan en su mayoría a las exigencias del fútbol y lo bien que uno debe estar para competir y ganarse un lugar en el equipo.

El arbitraje también tiene mucho que ver, porque lamentablemente hay jueces que ponen freno de mano a un partido y apañan a los jugadores que hacen el menor esfuerzo para jugar mayor tiempo. Lamentablemente esto repercute en la selección. Olimpia ganó los últimos cuatro campeonatos, jugando con velocidad para potenciar la capacidad individual y colectiva del equipo. Y esa realidad es la gran virtud reflejada en el Cerro Porteño, campeón del torneo Apertura. Da gusto verlos jugar a equipos que salen a proponer y que imponen velocidad. Un buen ejemplo en la Copa Libertadores es Guaraní, que está a punto de clasificar a la próxima fase, mientras que Olimpia y Libertad ven complicadas sus chances.

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Francisco Arce, el arquitecto de lo "imposible"

Por Christian Pérez/ TW: @chrisperezz7

Imposible, un vocablo que el fútbol nuevamente ha desechado de su diccionario, como tantas veces y en esta ocasión dando un cachetazo a los incrédulos -como el que escribe esto- que seguían convencidos que el peso de los nombres y el poderío económico eran determinantes conquistar en este deporte. Pero no. Triunfó la humildad, el trabajo combinado con la pasión y el amor por los colores.

Francisco Javier Arce Rolón, el mejor entrenador paraguayo de la última década, ha dado nuevamente clases, pero no solamente sobre fútbol y táctica, sino esta vez también de liderazgo, asumiendo en más de una ocasión el rol de negociador, motivador y administrador de relaciones humanas, dentro un equipo devastado, burlado y hasta ninguneado, que se había acostumbrado a perder en los últimos dos años.

Hay que ser sinceros, honestos y directos: era imposible que Cerro Porteño sea campeón mirando la cruda realidad cuando inició la pretemporada, allá por los primeros días de enero. Imposible sacarle algo más a un plantel tan golpeado y tiroteado, desde la prensa, hasta por su propia gente (casi todos).

Era imposible pensar en ser campeón, siendo que Cerro, institucionalmente estaba pasando quizás por la peor etapa financiera de las últimas décadas. Demandas, deudas con el plantel, una relación distante entre jugadores y directiva, hacían suponer que el Ciclón tenía un panorama más oscuro incluso que los últimos 24 meses.

Era imposible imaginar este presente. Mientras Olimpia mantenía la base de su mega equipo tetracampeón, reforzando con nombres estelares como Jorge Recalde, Alan Benítez, Adebayor entre otros, en Cerro aparecían refuerzos "humildes" como el de Enzo Giménez, Miguel Martínez, Fredy Vera, por citar algunos y que eran motivos de burlas incluso. Y Enzo puso la cara por esta lista de ninguneados, dejando en claro que el verdadero valor de un futbolista no se mide por lo económico.

Era imposible que un equipo tan destruido por dentro pueda competirle de igual a igual a Libertad, que se trajo a uno de los entrenadores más prestigiosos del continente y a la par, sumando estrellas del continente y de la mismísima millonaria MLS, para cumplir con los caprichos del DT, que era contratado incluso para pelear en la Libertadores.

Era imposible aceptar una realidad como la actual, viendo el penoso inicio de temporada local y el papelón copero ante Barcelona, otro trago amargo absorbido por el sufrido pueblo, que ya estaba acostumbrado a tantos golpes, pero cada caída en el campo internacional, es como que le sacan una vida, pero a la vez es temporal, ya que cuando sana la herida, automáticamente el corazón vuelve a palpitar, incluso más fuerte que antes.

Imposible. Un equipo deprimido al máximo, al que "Chiqui" Arce le trataba de dar golpes de reanimación, pero parecía no haber caso. Los refuerzos eran los peores. Enzo no se adaptaba, la timidez le había ganado y Claudio Aquino, la máxima contratación sobre minutos de adición en el mercado de pases, era fiel reflejo del equipo: no asumía un papel protagónico, parecía no estar preparado para tamaña responsabilidad y la confianza era solamente un recuerdo. En Guaraní lo festejaban, porque habían dejado ir al perfil falso del gran volante argentino.

Antes de la pandemia, Cerro ya quedó a 7 puntos del líder. En 8 fechas ya se había despedido del campeonato. La sinceridad a veces no cae del todo bien y para quien escribe, el Ciclón había repetido errores de los últimos 4 torneos y el Apertura parecía un caso perdido. El equipo jugaba mal, solo se dejaban ver malas de frustración y la relación jugadores-directiva empeoraba.

Se vino la desgracia mundial del coronavirus. Algo horrible que cambió la vida y el fútbol. Y don Francisco Arce hizo magia en la oscuridad, encontró luz donde no había y creó el camino de un callejón que parecía no tener salida.

"Chiqui" fue negociador entre jugadores y directiva para una pelea económica en el que nadie quería ceder.

Siguiendo con lo imposible, el panorama se ponía peor. Se fueron figuras como Sergio Díaz, "Topo" Cáceres y no había forma (no puede fichar) de reforzar. Pero a "Chiqui" Arce lo llamaron a su juego y el destino del fútbol siempre lo unió de manera especial con la cantera del club, de donde él salió. Conoce el sentimiento de los chicos, sabe en qué insistir y es su especialidad potenciar a los que nacen con el ADN cerrista.

Le dio la mano a Alexis Duarte y este chico pidió que lo soltara, ya que tenía calidad de sobra para caminar solo en Primera. Terminó corriendo incluso. Le dio la cinta al chico que aceptó ser capitán con valentía, así como lo hizo desde la escuela de fútbol, defendiendo los colores de toda su vida. Potenció a jugadores "deprimidos" como Arzamendia, "Beto" Espínola, ambos, criticadísimos por todos y de a poco fue preparando a los futuros dueños del equipo, como Alan Rodríguez, Wilder Viera, Fernando Ovelar, Junior Noguera, entre otros.

Incluso le dio vida a un "chico grande", como Ronaldo Martínez, que con 24 años volvió a debutar y también firmó una parte del título.

Agregó un nuevo oficio en su carrera, la de psicólogo y motivador. Convenció no solo de quedarse al "Pachi" Carrizo, quien ya tenía preparada las valijas, sino logró que el "7" asumiera un rol secundario y mucho más colectivo en el nuevo Cerro. Hizo creer a Enzo Giménez que su potencial no tenía techo y le hizo entender a Claudio Aquino que era él el hombre en el que todos confiaban como la nuestra estrella ofensiva.

La forma de proponer no se negoció nunca, al igual que las ganas en cada partido. La exigencia física siempre fue al límite y si la táctica fallaba, Arce obligó a ganar los partidos con el corazón.

Fui de los que siempre dijo que Francisco Arce era el técnico ideal para "refundar" futbolísticamente Cerro. Nadie más que él, pero así también, dije convencido que el Ciclón estaría entre el tercer y cuarto lugar, por detrás de Olimpia, Libertad y quizás incluso Guaraní. Creía que el proceso tomaría tiempo y en Barrio Obrero recién podrían ilusionarse en el segundo o tercer torneo con "Chiqui".

Los procesos y los proyectos no funcionan normalmente a corto plazo. El mejor DT del fútbol paraguayo acaba de eliminar esa teoría con alguna fórmula mágica y ha cimentado una gran base para devolver el sueño y la alegría perdida en la Capital del Sentimiento.

Cerro le ganó a todos los equipos de Primera División de manera corrida, marcando récord y remontando 13 puntos al que era líder antes del parate: Libertad.

Francisco Javier Arce, el arquitecto de lo imposible. 

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