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Por Mike Silvero - @mikeotr

Todos los procesos que ocurren en nuestro mundo conocido siempre aumentan hacia el desorden, lo que se conoce en física como entropía. Transformar todo hacia el orden, es más raro de lo que imaginamos y casi siempre tiene que ver con la búsqueda de los seres vivos de; extraer energía alrededor, eliminar obstáculos y mantener un equilibrio dentro del caos.

El 2020 es uno de esos años que quedarán marcados en la historia como un evento ineludible para los que lo están viviendo y superando, mientras que para quienes vengan después será una simple anécdota, como de esas historias que nos aburren contando padres y abuelos, porque tendemos a creer que nuestra vida es mucho más interesante que las anteriores, que el presente dicta lo importante.

El Cerro Porteño 2020 tuvo varias vidas, desde la emoción y expectativa de inicio de año hasta el golpazo internacional, las caídas consecutivas a nivel local y la maldita pandemia que obligó a una reestructuración que lastimó a todo lo que es una institución; con categorías liberadas y vaya uno a saber cuántos sueños truncados, con suspensiones de trabajo de decenas de empleados, y con la incertidumbre de cómo sería el futuro.

Esto pasó solo hace meses, y aún sigue pasando.

Unión representa etimológicamente ‘uno’. Es decir, ponerse de acuerdo y que existan voluntades iguales. Pero más importante que la palabra, es que existan objetivos comunes y esfuerzo mutuo. Esto no es sencillo, para que se logre esa homogeneidad, alguien tendrá que ceder, no todas las partes en un conjunto de personas -así como en el universo mismo- apuntan para un mismo lugar.

Allí es donde los líderes buscan agrupar toda la energía posible, sacarse de encima todo lo que no contribuya y luego mantener el equilibrio.

Eso pasó en Cerro.

La intrahistoria marca que en el peor momento; con la prensa desayunando, almorzando y cenando con los problemas financieros de un club que se preparó con otras intenciones, con jugadores molestos, con una dirigencia en constante cambio, había que encontrar un orden.

Eso pasó en Cerro.

El equipo que logró el campeonato 33 quedará en el recuerdo de todos los que sufrimos y disfrutamos con esta camiseta; por la seguridad de Muñoz, por el carácter de Patiño, por la revelación de Duarte, por la resiliencia de Beto, por el empuje de Arza. Por la calidad de ‘Pika’, por la capitanía y el sueño cumplido de Villasanti, por la magia del Pachi, por la velocidad y atrevimiento de Enzo. Por la categoría de Aquino, por la mentalidad ganadora de Churín.

También por como los que no jugaron se mantuvieron siempre enfocados, el Covid no generó mayores inconvenientes, lo que demuestra el compromiso de los ausentes, entre ellos jugadores de talla internacional como Amorebieta, seleccionados como Marcos Cáceres, o leyendas del club como Dos Santos.

Nota aparte para Óscar ‘Kure’i’ Ruiz por destacarse siempre que fue llamado, y para los más chicos; Josué, Ronaldo, Delvalle, Viera, Rodríguez, los que aparecieron cuando se los llamó y aguardaron cuando hubo que hacerlo.

Nota aún más aparte para ese señor llamado Nelson Haedo Valdez, que sin nada que demostrarle a nadie se rompió el alma entrenando para poder volver a tener al menos algunos minutos y poder levantar la Copa como correspondía.

Un equipo que casi no tuvo lesiones, lo que demuestra aún más concentración y gran trabajo de preparación física. Que mostró entendimiento en el campo de juego y fuera de él. Que encontró en el Chiqui a un redentor ferviente creyente del trabajo como la única herramienta para vencer a los viejos demonios.

‘Chiqui’ es uno de los tres pilares que sostuvieron a este equipo campeón, y estas líneas simplemente son para reforzar eso que es sabido y que quien lo niegue, niega la realidad: Arce es el mejor técnico del fútbol paraguayo, ya hace varios años.

El acuerdo y el equilibrio en Cerro llegó con otros dos pilares, el dirigencial y el financiero.

Este último con una quita importante, con una reducción salarial para muchos, con la despedida y muchas gracias para otros. Y el dirigencial desde un lugar distinto al habitual, como encargado del Departamento de Fútbol, Ariel Martinez construyó la base de apoyo para el cuerpo técnico y el nexo con los Zapag desde el trabajo silencioso, la mesurada exposición pública y la constante presencia en esos meses ‘malos’.

El campeonato de Cerro es indiscutible, es de esos sobre los cuales el cerrista va a estar orgulloso por siempre y con razón. En menos de 3 meses, les ganó a todos, sí a todos los rivales de Primera División, no conoció derrota y no tuvo un solo partido desde el reinicio del torneo donde no haya merecido ganar. Goleó, remontó, sufrió y también se lució. Todo en 13 partidos inolvidables, cada uno por sus características.

El equipo enfocado con Arce a la cabeza, las finanzas prudentes de los Zapag, y el sostén dirigencial de Martínez y Enrique Berni, constituyen la unión que hoy le permite al país entero celebrar en medio de tanta mala en un año complicado pero aleccionador.

Es fútbol, es cierto, pero también es la muestra de cómo realmente la unión hace la fuerza.

El ejemplo de este Cerro se puede trasladar a la política, a los gremios, a las empresas, a las familias, a las personas que pueden ver cómo es necesario encontrar ese equilibrio que nos permita evitar el desorden y la entropía natural.

Desde afuera, nadie que mire atrás a marzo, podría imaginarse este escenario en septiembre, y esa es la propiedad fundamental del tiempo, que solo nos permite hacer observaciones sobre los cambios a posterior, porque hacerlo antes asegurando sería futurología. “El tiempo nos hace prisioneros del presente, por siempre transitando entre nuestro pasado conocido y el desconocido futuro”, dice el astrofísico Neil Degrasse Tyson, que de fútbol sabrá poco, pero de leyes del universo mucho.

A veces la ansiedad del presente nos encierra en un lugar de desconfianza que nos impide avanzar, por eso es tan importante la unión, porque logra un enfoque a futuro, no como algo a lo que indefectiblemente haya que llegar, pero sí con metas por alcanzar y con un método para hacerlo.

El múltiple campeón del mundo de Fórmula 1, Sebastian Vettel le dijo a su equipo en Red Bull en 2013 luego de ganar otra temporada: “Tenemos que recordar estos días porque no hay garantía de que van a durar para siempre. Disfrutenlos mientras duren”.

Hoy es el momento de disfrutar, porque no sabemos qué nos depara el mañana.

Olvídense de Cerro, piensen en la familia, en el trabajo.

Por eso hoy hay que brindar.

Por el recuerdo de los que ya no están.

Por eso hay que celebrar, porque estamos hoy.

Los hijos y los padres, los tíos y las madres. Los abuelos y las abuelas, los vecinos y los amigos.

Los patios de fiesta, la calle teñida de los colores que nos apasionan, la Olla, la vida.

En medio de este año tan pesado, gracias Cerro por esta alegría.

Gracias por alegrar nuestros días.

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Los altibajos de Olimpia

Por Gustavo del Puerto /@gusdelpuerto

Antes y después de la larga pausa en el fútbol paraguayo, Olimpia no logró sostener su sólido rendimiento futbolístico que le dio cuatro títulos consecutivos en el campeonato local. A veces, las rengueras anteriores se minimizaban con los destellos individuales para ganar paridos complicados.

Este año le costó arrancar a Olimpia. Su juego, más allá de mantener el mismo estilo, no tenía la seguridad de otras veces. Ya Guaraní, en el partido que ganó en la cancha y luego perdió en el escritorio, desnudó las debilidades en la estructura del equipo de Garnero. Ese mismo síntoma fue su diagnóstico en los partidos de la Copa Libertadores de América. La mejor radiografía del momento franjeado se detectó cuando volvió el torneo Apertura frente a Luqueño, que con velocidad arrasó la endeble defensa olimpista.

Después Garnero retocó bastante el equipo, que volvió a tomar la punta, pero cedió ante la extraordinaria campaña de su acérrimo rival Cerro Porteño. A diferencia de otros torneos, donde reinó Olimpia con su estilo y poder, perdió con rivales directos en la pelea por el título, Cerro y Guaraní, al tiempo de dejar escapar puntos no reembolsables contra Luqueño, San Lorenzo por citar.

El clásico fue la gran oportunidad para la reivindicación, pero tampoco emergió y fue superado claramente. Después, Garcero siguió moviendo las piezas y pese a la gran victoria y exhibición contra Nacional aún quedan dudas por disipar.
Lo de Olimpia fue un todo y termina teniendo incidencia en el bajón. Hoy Otálvaro no logró alcanzar su mejor nivel, Aguilar se equivoca más y sigue vacante la zona del extremo izquierdo tras la ida del Willy Mendieta. Muchos dicen que a Olimpia le encontraron la mano los rivales. No pasa por ahí. Cuál sería la razón para modificar una propuesta que hizo ganar el tetracampeonato, al margen de que el hincha olimpista cuestione a Garnero en el campo internacional.

Otra posible razón del bajón es la parte física. Con la tecnología, los jugadores siguen manteniendo los mismos recorridos en un partido, quizás el problema pasó más por la intensidad. Por momentos se nota la lentidud en zona clave como la de Richard Ortiz. La circulación de la pelota no tuvo la velocidad para romper de mejor manera la presión que hoy imponen casi todos los equipos. El doble seis, Richard - Rodrigo manejan de memoria los movimientos. Domingo es bueno, pero físicamente se derrumba en el segundo tiempo.

Y dentro de las generales, Garnero tampoco debe quedar al margen de los cuestionamientos. Bancó menos a jugadores como Alcaraz, Rodrigo, Leguízamon y Ale Silva.

El aire puro que transmitió Olimpia ante un débil Nacional, con el retorno de jugadores muy importantes en la formación principal, alienta al reencuentro con la estabilidad, pero hay que esperar, porque los altibajos fueron constantes este año en el rendimiento y funcionamiento del Olimpia y el talón de aquiles sigue siendo la defensa. Quizás de visitante contra Santos de Brasil en la próxima semana se puede ubicar a un tercer volante para fortalecer más el medio y no exponer demasiado al mano a mano a la última línea.

Hoy Olimpia está lejos del penta, no depende de sí mismo y la vuelta al campo copero es toda una incógnita.

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Nunca es tarde

Por Christian Pérez / @chrisperezz7

Insistir, persistir y nunca desistir. Cuántas  veces hemos escuchado esa frase y más aún con los futbolistas, pero muy pocos lo ponen en práctica. Una eterna promesa de las formativas de Cerro ha revalidado aquel refrán y deja una enseñanza para cada chico que pelea día a día por el sueño de ser futbolista profesional.

Con 24 años, muchos ya abandonaron la ilusión y tiraron la toalla después de perseguir tanto el fútbol, que tiene muchas veces más injusticias que cosas buenas. Pero nunca es tarde para pelear, nunca es tarde para volver a intentar y nunca es tarde para dar ese "último" esfuerzo, que quizás era el de la recompensa.

Ronaldo Martínez, el inesperado héroe de Cerro, quien de ser última la opción de un plantel del que quizás muchos hasta se burlaban, pasó a ser la gran figura de un partido clave que posiblemente haya sellado el pasaporte del Ciclón como futuro campeón del torneo Apertura.

Retrocediendo el tiempo, lo lógico era que Ronaldo Martínez abandone Cerro y busque un lugar en el que lo valoren. Churín, Haedo y Ortigoza eran las competencias que tenía a inicio de año. Apellidos pesados que lo hacían diminuto en todos los aspectos.

Todos los nombrados fueron cayendo y el fútbol le hizo un guiño al chico cuyo padre le puso el nombre de uno de los mejores delanteros de toda la historia.

¿Suerte?, ¿casualidad?, ¿destino? Llamale como quieras, pero nadie le saca la virtud de la perseverancia a un jugador ninguneado hace años por el propio Cerro y que ha tenido que buscar darle continuidad a su sueño, incluso hasta en un torneo aficionado como el Torneo Regional Federal Amateur,  que vendría a ser la Cuarta División del fútbol Argentina.

Y mirá cómo el fútbol premia a los que no tiran la toalla, a los que desafían las malas, esperando algún día una buena, sabiendo incluso que podría no llegar.

Toda una vida en Cerro, siendo "tirado" en la Reserva - torneo en el que seguramente rompió algún récord de tantos goles anotados - e ignorado por la obsesión que tiene la directiva de traer jugadores improductivos y de mucho costo. Aún así, siempre puso la cara para cualquier necesidad, recibiendo el famoso "te vamos a estar llamando" por parte de los entrenadores de turno.

El fútbol le tenía una última prueba en el club que él siempre quiso brillar y le puso en frente a la persona indicada, la que tiene la varita para transformar todo y cambiar escasez por suficiencia: Francsico Javier Arce Rolón. "Chiqui" le comprometió, exigió una oportunidad para Ronaldo, pero dependía del "chico" de 24 años, con solo 16 partidos en Primera, que a pesar de tener esa edad, es un novato.

Sin mostrar demasiadas virtudes técnicas, Martínez exhibió poseer cualidades indispensables para cualquier delantero, como es la intuición y el optimismo en el área rival. Optimismo, la palabra clave que refleja además su carrera deportiva.

No es, ni será titular seguramente en Cerro, pero se ganó el puesto de sustituto inmediato de Churín y el fútbol le volvió a sonreír a quien para muchos debe ser un ejemplo de no rendirse hasta lo último. Está a nada de ser campeón y con un sello suyo, ya que esa victoria ante General Díaz le dio medio título a Cerro.

Ronaldo Martínez deja una gran enseñanza a los chicos que pelean día a día por un sueño: Nunca es tarde.

 

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