Nunca es tarde

Por Christian Pérez / @chrisperezz7

Insistir, persistir y nunca desistir. Cuántas  veces hemos escuchado esa frase y más aún con los futbolistas, pero muy pocos lo ponen en práctica. Una eterna promesa de las formativas de Cerro ha revalidado aquel refrán y deja una enseñanza para cada chico que pelea día a día por el sueño de ser futbolista profesional.

Con 24 años, muchos ya abandonaron la ilusión y tiraron la toalla después de perseguir tanto el fútbol, que tiene muchas veces más injusticias que cosas buenas. Pero nunca es tarde para pelear, nunca es tarde para volver a intentar y nunca es tarde para dar ese "último" esfuerzo, que quizás era el de la recompensa.

Ronaldo Martínez, el inesperado héroe de Cerro, quien de ser última la opción de un plantel del que quizás muchos hasta se burlaban, pasó a ser la gran figura de un partido clave que posiblemente haya sellado el pasaporte del Ciclón como futuro campeón del torneo Apertura.

Retrocediendo el tiempo, lo lógico era que Ronaldo Martínez abandone Cerro y busque un lugar en el que lo valoren. Churín, Haedo y Ortigoza eran las competencias que tenía a inicio de año. Apellidos pesados que lo hacían diminuto en todos los aspectos.

Todos los nombrados fueron cayendo y el fútbol le hizo un guiño al chico cuyo padre le puso el nombre de uno de los mejores delanteros de toda la historia.

¿Suerte?, ¿casualidad?, ¿destino? Llamale como quieras, pero nadie le saca la virtud de la perseverancia a un jugador ninguneado hace años por el propio Cerro y que ha tenido que buscar darle continuidad a su sueño, incluso hasta en un torneo aficionado como el Torneo Regional Federal Amateur,  que vendría a ser la Cuarta División del fútbol Argentina.

Y mirá cómo el fútbol premia a los que no tiran la toalla, a los que desafían las malas, esperando algún día una buena, sabiendo incluso que podría no llegar.

Toda una vida en Cerro, siendo "tirado" en la Reserva - torneo en el que seguramente rompió algún récord de tantos goles anotados - e ignorado por la obsesión que tiene la directiva de traer jugadores improductivos y de mucho costo. Aún así, siempre puso la cara para cualquier necesidad, recibiendo el famoso "te vamos a estar llamando" por parte de los entrenadores de turno.

El fútbol le tenía una última prueba en el club que él siempre quiso brillar y le puso en frente a la persona indicada, la que tiene la varita para transformar todo y cambiar escasez por suficiencia: Francsico Javier Arce Rolón. "Chiqui" le comprometió, exigió una oportunidad para Ronaldo, pero dependía del "chico" de 24 años, con solo 16 partidos en Primera, que a pesar de tener esa edad, es un novato.

Sin mostrar demasiadas virtudes técnicas, Martínez exhibió poseer cualidades indispensables para cualquier delantero, como es la intuición y el optimismo en el área rival. Optimismo, la palabra clave que refleja además su carrera deportiva.

No es, ni será titular seguramente en Cerro, pero se ganó el puesto de sustituto inmediato de Churín y el fútbol le volvió a sonreír a quien para muchos debe ser un ejemplo de no rendirse hasta lo último. Está a nada de ser campeón y con un sello suyo, ya que esa victoria ante General Díaz le dio medio título a Cerro.

Ronaldo Martínez deja una gran enseñanza a los chicos que pelean día a día por un sueño: Nunca es tarde.

 

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Un necesario baño de realidad

Por Christian Pérez /@chrisperezz7

¿Cómo le hacés entender a un equipo tan ganador que es tiempo de renovación? Renovación, sí, pero quizás ni siquiera de plantel o mucho menos cuerpo técnico, que increíblemente muchos se atreven a pronunciar. Sino de esquemas, ciertos jugadores, variables tácticas ofensivas y defensivas, como así también la necesidad de una sacudida hombre por hombre para volver a despertar esa necesidad de competir y ganar.

A Olimpia se le fue el torneo Apertura, el equipo de Garnero hace rato da signos de incomodidad futbolística y para un plantel que ha arrasado en los últimos 4 torneos es difícil de entender, reconocer y asumir una renovación de objetivos.
Hoy, la obligación y la meta del Franjeado debe ser encontrar de nuevo una armonía futbolística, y una idea alterna con la que los jugadores se sientan satisfechos. El estilo de Garnero es irreprochable y de lo mejor que se ha visto en los últimos tiempos, pero agregar variantes a ese estilo de juego, es el gran déficit hasta ahora. Los tiempos cambiaron y aparecieron competidores similares.

Cerro terminó por darle la dosis de realidad que necesitaba a Olimpia. Si bien esa victoria no lo noqueó totalmente en el torneo, le dejó en claro que este confundido equipo de Olimpia perdió competitividad y en base a estos jugadores, tiene escasas posibilidades de pelear en una Copa Libertadores colmada de millonarios y jugadores “top”.

Las mayoría de las victorias tapan casi siempre los defectos. Luqueño, Guaireña, San Lorenzo, Guaraní y el propio 12 de Octubre (en el primer tiempo) habían desnudado notablemente la falta de variantes y el bajón pronunciado de ciertas individualidades, que lógicamente repercuten y dejan al descubierto un pobre nivel colectivo.

Pedirle cambiar la idea de juego a Garnero sería ridículo, inaceptable para cualquier amante del fútbol, pero modificar esquemas sobre la marcha, probar variantes de acuerdo a los rivales y jugar sin pelota, es una obligación que el DT debe implementar para no autoboicotearse.

Por mí, Alfredo Aguilar que salga las veces que quiera y pueda con la pelota, como el primer cerebro que articule el rompecabezas de toques. Tomar riesgos es parte del fútbol, que muchas veces castiga las buenas intenciones, haciendo solamente notar un árbol (Aguilar) y no el bosque.

Golpear el tablero

Más arriba hablamos de modificar esquemas. El 4-4-2 clásico de Daniel Garnero es marca registrada y memorizada ya por los rivales. Sin las fichas correctas o individualidades bajas, hay que golpear el tablero y adecuarse a los jugadores que sí rinden. Otro de los pocos dibujos que llegó a usar el DT fue el 4-1-3-2, con Domingo como guardaespaldas, pero ante rivales “flojos” y pocos agresivos.

Los dos volantes centrales no son suficientes ante equipos de igual ambición, que le sacan la posesión a Olimpia. Richard Ortiz, con un decaimiento físico muy evidente, no basta para cuidar a todos. Nicolás Domingo es el jugador más criterioso que tiene el equipo con pelota, pero sin ella, es uno menos. Tiene poco recorrido, mucha lentitud y siempre llegar tarde a las coberturas.

¿Entonces? Si ya sabés que con ellos no es suficiente, ¿no es conveniente poner a uno más para no exponerse tanto? Sí, hablo de Rodrigo Rojas, quien no es de la mesita de luz de Garnero, pero es demasiado necesario para este equipo. Y aunque el DT no lo acepte, “RR8” siempre jugó por los buenos resultados y presión de arriba. Ahora apenas pestañeó el equipo y el primer sacrificado fue él.

Ya no alcanza con algunos…

Olimpia se ha dado el lujo en los últimos años de improvisar en ciertos lugares, como el lateral y volante izquierdo, que no ha podido cubrir desde la salida de Mendieta.

Cuestionar a “Tito” Torres no tiene sentido. No puede dar más de lo que tiene y como lateral izquierdo ha dado incluso más que cualquier otro. Limitaciones defensivas siempre tuvo, pero fue de los pocos que con actitud suplió sus defectos.

Pero el pobre Torres es solo un árbol del enorme bosque (defensa) lleno de villanos. Gran parte de los problemas defensivos no son responsabilidad suya, a excepción del clásico.

Jorge Arias ataca mejor de lo que defiende. Se lo destaca por la capacidad de distribución y pelotazos tan precisos, pero no así por salvar jugadas de gol y ganar en duelos individuales. Eso dice algo, ¿no? Si bien es necesario que los nuevos defensores sepan con el balón, no pueden carecer de cualidades para defender.

Las vacas sagradas (Alcaraz y Leguizamón) del fondo fueron borradas después del papelón ante Luqueño. Diego Polenta nunca está en forma y Carlos Rolón es el único que da la cara regularmente. Evidentemente es hora de renovar la última línea.

Pasando de posiciones, encontramos a un Alejandro Silva totalmente confundido. Desesperado por justificar la gran inversión y prácticamente solo se ha carcomido la cabeza. Demasiadas oportunidades para tan poca retribución.
Y si hablamos de jugadores que desaprovechan chances, ahí está Tabaré Viudez, quien de no ser por un par de goles en los clásicos, tranquilamente podría ser los refuerzos más improductivos de la era Trovato.

Aquí no hablamos de talento, porque a Viudez le sobra, sino es inaceptable que un futbolista apenes juegue 5 a 10 partidos por año.

También hay que hablar de la “Roque dependencia”. En los dos últimos años ha sido el mejor jugador del fútbol paraguayo. Y queda evidenciado que lo de Santa Cruz es demasiado preponderante. Siempre ha sido un bombero para salvar partidos complicados, que luego terminaron en goleadas, que tapaban los defectos, obviamente no visibilizados en momentos de gloria. Físicamente el capitán no está en su plenitud y repercute notablemente en Olimpia.

¿Y ahora?

¿Y ahora qué? Lo lógico sería buscar un sentido a cada partido.

Aunque boca para afuera en el Franjeado hablan de pelear el torneo, en el análisis objetivo se sabe que sería hasta algo milagroso ganar todos los juegos que quedan y que Cerro tenga que tropezar en tres partidos.

Con un torneo prácticamente perdido, podría ser momento de consolidar a los mejores jugadores del último Mundial Sub 17, como Diego Torres y Diego Duarte o probar mediocampistas como Marcos Gómez, entre otros. Olimpia había exhibido que joyas le sobran a su cantera y le ha dado buen ingreso económico. La última gran prueba, Erik López.

Además de un profundo autoanálisis, el campeón deberá centrarse en recobrar la ambición, volver a activar el espíritu competitivo, consolidar nuevamente una base sólida y poner ultimátum a los que piensan que están de vacaciones en Olimpia.

A pesar de todo expuesto, para quien escribe, el tetracampeón sigue teniendo a uno de los dos mejores entrenadores del fútbol paraguayo, pero es momento de sacudirse y analizar el bosque árbol por árbol...

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Cerro Porteño goza el momento floreciente

Por Gustavo del Puerto / @gusdelpuerto

No quedan dudas que por funcionamiento y rendimiento, Cerro Porteño es el mejor equipo hoy del fútbol paraguayo. Y los ejemplos sobran para justificar el extraordinario pasar. Las 9 victorias consecutivas, los recientes triunfos frente a rivales directos en la ruta por el título contra Olimpia, Libertad y Guaraní, las nuevas marcas en las estadísticas son muestras elocuentes del floreciente momento. Se nota que el Chiqui Arce aprovechó al máximo la larga pausa a causa de la pandemia.

Logró enderezar el rumbo de un equipo que estaba lejos de la cúspide y pocos daban crédito de una recuperación, porque Cerro, antes de reforzar, prescindió de jugadores y el DT se agenció con lo que tiene para dar fortaleza y molde a la estructura táctica y de juego.

La solvencia empieza desde el arco por el seguro Popi. Patiño no solo defiende, pues con la fuerza en su pierna derecha armó jugadas de gol cruzando la pelota larga. El joven Duarte es hoy titular por méritos en la zaga central, es simple y hasta parece un experimentado. No se amilanó con delanteros de la talla de Roque, Tacuara y Bobadilla. Es más, el hincha cerrista hasta parece que se olvidó de Marcos Cáceres y Amorebieta, quienes ya están disponibles.

El Ciclón de antes tenía abundancia por adentro, incluso muchos cobraban salarios altos sin jugar, pero tenía déficit por afuera. Hoy las sociedades zonales en los extremos marcan otra diferencia. Por derecha, Espínola y Giménez, una muestra del ida y vuelta, por izquierda Arzamendia y Aquino, proyección y el toque diferente que aporta el ex Guaraní.

La actitud y el compromiso del equipo representan Cardozo Lucena y Villasanti, dos volantes centrales que recuperan la pelota por tres. No solamente son recuperadores, porque ambos tienen llegada a la puerta contraria y gol, a más del juego claro que sustentan con el balón. Otro mérito del Chiqui fue encontrar un lugar al Pachi, de mediapunta, donde se siente cómodo y hasta irradia la buena onda que es otro atributo del grupo. Por otro lado, Churin, a más de aportar goles, es el primer obrero a la hora de recuperar el balón.

El argentino es imprescindible y su ausencia se resiente. Ortigoza, de otro estilo, más de pivoteo y sin tanta movilidad tampoco tiene cabida y Haedo tendrá que esperar su oportunidad. El jugador número 12 de Cerro es Óscar Ruiz, quien no desentona cuando entra.

Muchos decían que el Ciclón iba a caer físicamente por los partidos seguidos, sin alternancia, salvo suspensiones e imprevistos. Tampoco ocurrió ese mal hasta aquí, pues mantiene la intensidad y presión alta en su andar. Hasta aquí fue Guaireña, el rival duro de roer, marcando en el medio y cerrando los costados y al cambiar derrota parcial por victoria agónica, en el recuento final son los puntos que hacen la diferencia.

Es la radiografía futbolística rápida de Cerro, que se fortaleció en todo sentido en la pausa y así sacó la mejor tajada del bajón de Olimpia y algunos errores que se pagan caro. Libertad, pese a ganar y ahora ser escolta del único líder no garantiza nada con Ramón Díaz, quien no encontró hasta aquí el equipo y una forma de jugar más convincente con un gran plantel. Y como lo de Guaraní es muy intenso y pasa mucho por lo físico, en algunos partidos, el desgaste le pasó la factura y perdió puntos ante los rivales ganables.

Chiqui dijo que no hay festejo anticipado y aún en el camino el compromiso ante Libertad, todo indica que sin relajo, Cerro Porteño empezó a acariciar el título tras ganar el clásico y así cortar también la hegemonía del tradicional rival en los últimos años por las cuatro vueltas olímpicas consecutivas.

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