El defensor que derribó un avión

Por Aldo Benítez

aldo.benitez@gruponacion.com.py

Fotos Nadia Monges

nadia.monges@gruponacion.com.py

Rodrigo Gabriel Trigo está sentado en la entrada misma de una pequeña pieza ubicada entre las graderías del club General Genes, en el barrio Villamorra. En realidad, esa es su casa. Don Trigo, con su cabellera blanca, un buzo negro y los championes rotos, se muestra muy cordial cuando el equipo periodístico llega para hablar con él en el último martes de abril. Ríe cuando se le cuenta el motivo de la visita. “Sí, sé que todos quieren escuchar la historia del avionazo”, dice con una leve sonrisa.

Convertido ya en todo un símbolo del General Genes, don Trigo vive prácticamente bajo las gradas de la cancha que tiene la institución. Nació, según dijo, en 1935, en una casa ubicada en la esquina misma de las instalaciones del club. Jugó toda su vida defendiendo los colores del Genes, equipo con el cual debutó oficialmente en Primera División a los 17 años. Su puesto fue el de lateral derecho, aunque aclara que hubo partidos o temporadas en que los entrenadores lo utilizaron también por la banda izquierda.

Cuando habla de General Genes, don Trigo se emociona. Este señor, cuyas canas tienen puntas amarillentas y habla pausado, respira fútbol. La mochila de las anécdotas lo fue cargando con muchos casos, ya sea de su vida de jugador, de su vida de novio, de su vida de trabajador. Pero ninguno se puede siquiera acercar al evento que lo puso en la órbita mundial: la tarde que, de un pelotazo, derribó un pequeño avión.

Según cuenta la leyenda que recorre desde hace años los pasillos de este club, en febrero de 1957, durante un partido de fútbol, el entonces juvenil Rodrigo Trigo derribó una avioneta que pasaba sobre la cancha de un pelotazo. La pequeña aeronave, conocida como “teco teco”, era pilotada por Alfredo Lird, un dirigente del club, entrañable amigo de Trigo y que aparecía regularmente por las tardes para hacer esa acrobacia.

Existen dos versiones acerca del momento en que ocurrió el hecho. Una de ellas indica que fue durante el entretiempo de un partido entre el General Genes y Presidente Hayes. La otra señala que fue durante una práctica del plantel principal. En lo que coinciden ambos relatos con los recuerdos de don Trigo es que el balón le dio justo en el motor a la aeronave, cuya tapa cayó en la misma cancha.

Esto obligó a Lird a realizar un aterrizaje forzoso a unos 200 metros de la cancha, cerca de la entonces calle España. En aquellos tiempos, esa parte de Villamorra tenía baldíos repletos de plantas de cocoteros y mimosas (jukery), estas últimas le sirvieron como una especie de colchón a la avioneta para un mejor aterrizaje, según cuenta don Trigo.

A pesar de la buena predisposición de los funcionarios de la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil (Dinac) en este caso, no se encontró algún registro oficial sobre el incidente del “avionazo de Genes”. Sin embargo, es probable que el caso ni siquiera se haya denunciado, ya que no hubo heridos ni daños materiales importantes.

 

“Lo que me acuerdo muy bien es que la tapa del motor salió despedida en el momento del pelotazo y cayó justo en la cancha. Nos preocupamos por dónde terminó la avioneta, pero rápido nos avisaron que no le pasó nada a Lird ni a su ayudante”, dice don Trigo.

Los recuerdos de don Trigo a estas alturas de su vida son vagos. No recuerda con exactitud si fue en un partido de práctica o en oficial, pero lo que no olvida es el susto que se pegó al ver que la pequeña avioneta pilotada por su amigo aterrizaba de manera forzada. Don Alfredo Lird, el piloto, y el joven que lo acompañaba, no sufrieron lesiones.

“Lo que sí me acuerdo fue que el compañero de Lird estaba muy asustado. Conmigo Lird no se enojó, éramos amigos y siempre le bromeaba que en algún momento le iba a dar con un pelotazo cuando pasaba de nuevo sobre nosotros con su avioneta. El tema es que nunca pensamos que iba a suceder”, dice don Trigo.

Lird, que además de piloto era dirigente y un gran fanático del club, falleció en 1994. Según el hijo de Lird, Alfredo –lleva el mismo nombre que el papá–, durante muchos años los medios buscaron a su padre para tener la versión sobre el famoso avionazo de Genes, pero nunca quiso hablar del tema. Según dice, la razón era muy simple: su padre no quería que la historia del avión opaque la trascendencia del club, ni que todo lo que se pueda hablar sea solamente del avión.

Para Alfredo Lird, el hijo de uno de los mejores amigos de don Trigo, la situación del ex defensor es penosa, pero alega que se hace todo lo posible para ayudarlo. “Don Trigo no toma, no fuma, no es una persona violenta, es muy triste, ojalá se pueda hacer algo con él desde el Estado”, reflexiona Lird.

La impresión que da don Trigo es la de un hombre absolutamente solitario, pero no escapa a la compañía. Dice que si la gente se acerca a conversar con él, no tiene problema. De hecho, le gusta hablar. Y si es de fútbol, mejor. Eso sí, ve poco el fútbol actual. Algunas veces, cuando no hay mucha gente en la canchita de pasto sintético que tiene el Genes y se pone la TV para ver algunos partidos, entonces don Trigo se acerca, se ubica en una esquina y mira.

Si no hay fútbol, se sienta en la silla de plástico –que parece ser su única propiedad– y mira la cancha del club desde su pieza, que a pesar de ser pequeña, parece estar fría por la alta humedad que ganan todas los paredes.

Lo que más le gusta a don Trigo es escuchar su radio, que se convirtió en su única compañía desde que murió su esposa Tatita hace ya décadas. Don Trigo no sabe decir exactamente en qué año se fue su compañera de vida, pero lo cierto es que se nota que la extraña. Sus ojos brillosos al nombrarla le pusieron en evidencia. “Ella perdió un hijo, no podíamos tener otro. Intentamos, pero bueno, la vida es así”, dice don Trigo.

Sentado en las húmedas gradas del General Genes, don Trigo mira la cancha que parece traerle todos los recuerdos posibles. Los buenos y los malos. Dice que acá se crió en el barrio. Que todos los días, cuando era joven, venía a mirar partidos y luego ya empezó a entrenar y jugar.

A los 16 años, don Trigo estaba muy lejos de saber que sus días seguirían unidos al club. Sin embargo, debutar en Primera a esa edad le dio una alegría muy grande. Jugó casi 20 años, siendo siempre defensor. Ya sea por izquierda o por derecha. Tantos años de fútbol le dejaron secuelas.

Don Trigo tiene la rodilla derecha maltrecha como consecuencia de una serie de operaciones a la que se tuvo someter después de quedar fracturado en plena cancha. “Fui a buscar la pelota. Fue en el área rival, no recuerdo contra qué equipo, pero la pelota quedó ahí picando; cuando corrí para buscar, el arquero rival se tira y me hace una tijera. Me partió prácticamente la pierna”, dice don Trigo.

La recuperación llevó un largo período, ya que la primera operación no resultó como los doctores esperaban. Todo ese tiempo siguió estando en el barrio. Tras superar esta lesión, don Trigo volvió a ponerse la blanquiazul, pero ya no fue por mucho tiempo.

Entonces tuvo que buscar algún trabajo y algo que repite con insistencia es que estuvo en Buenos Aires, trabajando en un local llamado Gris San Diego, ubicado, según señala, a cuadras del Obelisco, el símbolo de la capital argentina. Estuvo en dicho lugar trabajando durante más de diez años, hasta que volvió al país. Sí, volvió a Villamorra. Volvió a su casa, el club General Genes.

 

Alfredo Lird Mesa, el piloto del avión que derribó Trigo.

“Él es un gran señor. Nunca molesta a nadie. Yo estoy hace un año como secretaria y suelo intercambiar con él algunas palabras. Todo el día está por acá, tiene sus cosas, como toda persona de edad, pero siempre está abierto para hablar, hacernos unos chistes y demás”, dice Noelia Mora, secretaria del club.

Desde hace un año que Noelia trabaja en el General Genes y conoce el día a día de don Trigo. Lamenta que no tenga un apoyo estatal, ya que por su edad, don Trigo debería acceder a la pensión como persona de tercera edad. Sin embargo, ese privilegio parece estar muy lejano para un ex futbolista.

Según el último informe de abril del Ministerio de Hacienda, 193.442 adultos mayores están dentro del programa activo de pensión alimentaria, mientras otras 421 personas fueron favorecidas con la pensión graciable.

“Yo le digo ‘tenés que ponerte bien don Trigo, afeitarte, asearte, ninguna mujer te va a mirar así’, y el me dice: ‘Mi mujer ya se fue, yo no quiero otra’”, expresa Noelia.

El club General Genes fue fundado el 17 de diciembre de 1929. El nombre fue puesto en homenaje al heroico soldado José Ignacio Genes, quien siendo capitán estuvo al mando del asalto a los acorazados brasileños Cabral y Lima Barros, en una de las acciones navales más recordadas de la Guerra de la Triple Alianza (Brasil, Argentina y Uruguay) contra Paraguay. Esta actuación –en la que Genes perdió un ojo– le valió posteriormente ascender a general.

Los colores azules y blancos del club guardan relación con el sentimiento político del barrio. En los años 20, Villamorra era una barriada en la que vivían muchos liberales, por lo que el club de la zona tenía que llevar los colores que identificaban al partido liberal: el azul y blanco.

Cristian Pereira, actual presidente de General Genes, cuenta que actualmente el objetivo es hacer que el club se convierta en una opción positiva para los jóvenes del barrio y de otras comunidades. Debido a un problema con el título de propiedad del predio de toda la institución, el club ya no puede jugar los torneos de la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF). Sin embargo, en su momento, General Genes supo estar en Primera División, codeándose con los grandes de nuestro fútbol.

Incluso, hasta la última parte de los años 90 jugó en las divisiones menores como la segunda y tercera de Ascenso. Finalmente, llegó su desaparición como club de fútbol por el problema documental de los títulos.

“Nosotros seguimos afiliados a la APF a través del futsal, tenemos también inferiores y desde este año integramos el fútbol femenino. Queremos ir sumando deportes, esa es mi idea. Yo quiero apuntar hacia los jóvenes”, expone Pereira.

Para Pereira, hablar de la posibilidad de volver al fútbol de Primera es muy difícil porque el problema de la titulación sigue en un pantano jurídico y sin ese requisito, es imposible obtener la afiliación de la APF para participar de sus torneos.

“El club le da todo lo que puede, que es poco en realidad. Pero es lo que está a nuestro alcance”, dice Pereira con respecto a la situación de don Trigo.

“Yo no tomo, no fumo, no molesto a nadie. Mi vida es esto que ya ven”, dice don Trigo. Pisa la pelota y hace el gesto técnico inconfundible de alguien que sabe con la redonda. Unos jóvenes se acercan para jugar un “partidito” amistoso, mientras don Trigo les observa. Se notan sus ganas de entrar a jugar. Pero a su edad, don Trigo sabe que lo suyo es mirar y quedarse.

Se queda en la soledad de su pieza pequeña, que así parece inmensa. Se queda con su radio y los recuerdos de su adorada Tatita. Se queda con su amigo Lird bajando de una avioneta que él alcanzó de un pelotazo, una tarde de 1957, en su querido General Genes.

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El equipo que busca jugadores para la Copa Paraguay

Jugar la fase nacional de la Copa Paraguay, es el sueño de todo equipo afiliado a la Unión del Fútbol del Interior (UFI). Y ganarla, es la ambición más grande, teniendo en cuenta que el campeón obtiene una plaza directa a la Copa Conmebol Sudamericana, representando a Paraguay.

Esa misma situación se aplica al equipo representante del departamento Central, campeón de la zona departamental o "Pre Copa Paraguay".

El Club 3 de Mayo de Posta Ybycuá, Capiatá, que en el partido decisivo, se impuso en la final al Olimpia de Itauguá, coronándose como el mejor equipo del undécimo departamento del país.

En al sede del club, a partir de las 14:00 horas, el director técnico Arnaldo Valenzuela y el preparador físico Alcides Bogarían, están observando a quienes deseen acercarse hasta la institución, para mostrar sus dotes futbolísticos. Las pruebas comenzaron hace 2 semanas y ahora van por la tercera.

Radiografía del club

En entrevista exclusiva a VERSUS, el presidente del ente capiateño, Gustavo Salinas, comentó un poco más de la institución fundada el 3 de mayo del 1936, que salió campeón por primera vez de la liga capiateña y también regional.

"Vamos armando de a poco el equipo, con un plantel totalmente renovado; comparando con el equipo que salió campeón de la fase clasificatoria. Estamos pasando el periodo de prueba, dos semanas tuvimos pruebas y vamos por la tercera semana. La gente está expectante de saber cuándo se juega y contra quién", aseguró el titular.

El jugador más emblemático y conocido que tuvo su paso por el actual campeón regional y de la liga capiateña, es nada más y nada menos que Eugenio Morel, exjugador de la selección paraguaya de fútbol, por haber ganado la Copa América del 1979, aparte de el recordado gol de chilena ante Brasil en el Defensores del Chaco. Fue en la década del 90' cuando Don Eugenio vistió la camiseta del 3 de Mayo.

Por último, el máximo directivo del cuadro albinegro, señaló cuánto es el presupuesto mensual del club para encarar la que será su participación más importante en un torneo.

"El presupuesto de la Copa Paraguay fue de 25 millones de guaraníes mensuales, sin incluir premios", finalizó diciendo el señor Salinas.

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“Borg era lo que hoy es Nadal en tierra”

Por Martín Villagra
martin.villagra@gruponacion.com.py

París, Francia. El domingo 10 de junio de 1979, el Court Central de Roland Garros estaba abarrotado con casi 20 mil personas. Se disputaba la final del tradicional torneo. El favorito y número 1 del mundo era el “invencible” por aquellos días, Björn Borg. El sueco buscaba su cuarta corona. Era tricampeón en la tierra batida parisina. Con seis títulos de Grand Slam y 23 años era el mejor del planeta.

Un retador sorprendente e inesperado estaba para enfrentarlo. El paraguayo Víctor Manuel Pecci, revelación y sorpresa permanente. El campeonísimo, como era conocido, había eliminado a varios cabezas de serie. Inscribió su nombre en la historia. Ganó Borg 6-3/6-1/6-7/ 6-4. Según los expertos, fue la batalla de “La máquina” contra “el hombre”. Pecci fue capaz de batallar durante más de tres horas, pudo ganar un set, el único que cedió Borg en esa competencia. El sueco sorteó aces, potentes saques, voleas y permanentes subidas a la red. Paraguay se paralizó aquel día en el que el tenis hizo olvidar al fútbol. Canal 9 transmitió la definición, instancia a la que ningún otro compatriota pudo asomar de nuevo.

A 29 años de su retiro y cuando se cumplen cuatro décadas de aquella memorable mañana, La Nación fue al encuentro del mejor tenista paraguayo de todos los tiempos.

“Borg era lo que hoy es Rafael Nadal en tierra (batida)”, compara Pecci. El tenista español es el “rey de la arcilla”, ganador de 17 Grand Slam.

“Borg ganó seis Roland Garros de siete que jugó. Se retiró muy joven, a los 26 años. El partido fue muy parejo. Él tenía un juego que me molestaba. Su mejor golpe era el passing shot. Son tiros muy angulados cuando vas a la red. Si yo voleaba, lo hacía un poco tarde y en la segunda pelota me pasaba. Tenía mucha regularidad. Un juego de piernas excelente y jugaba muy profundo. Eso hacía que uno quiera jugar sobre su nivel y apresurarse en ciertos momentos del partido”, cuenta Pecci como si fuera ayer. Esa edición de Roland Garros se jugó con sol, pero justo llovió el día de la final. “Hizo la cancha más lenta, la pelota se puso pesada y le facilitó a él. Mi saque no tenía la potencia y perfección de partidos anteriores. Lógicamente, ese es un aspecto. Lo principal es que en ese momento el Borg era imbatible”, asegura.

Pecci vive contento por lo que hizo en ese Grand Slam. Jugaban los mejores del mundo. El tenis no era muy popular en Paraguay. Aquel episodio histórico fue la coronación del sacrificio de tantos años. “Yo empecé a jugar desde muy chico. Ocurrió cuando tenía 23 años. Mucho antes, hubo horas de entrenamientos y viajes a torneos infantojuveniles y profesionales. A 40 años de eso, estoy satisfecho. Lógicamente, uno siempre quiere ganar una final”, se sincera.

Golpazo a Connors

En semifinales, Pecci dio la nota al vencer espectacularmente en cuatro sets (7-5, 6-4, 5-7 y 6-3) al norteamericano Jimmy Connors, entonces número dos mundial. Se trata del hasta hoy más ganador de la historia con 109 títulos. Connors era amplio favorito. Todos querían una final del uno contra el dos. El paraguayo se encargó de frustrar ese anhelo.

“Sacaba bien, normalmente yo sostenía mi servicio. Sabía también que si yo quebraba, al contrario le ponía mucha presión. En el cuarto set fue importante quebrarle. Rápido me puse 5-2 y finalmente 6-3. Tuve dos sets a cero, dos a uno”, expone el campeonísimo. Estima que “para la época, Connors jugaba muy plano, pero devolvía bien los saques. Tenía mucha seguridad, se movía bien de piernas y era fuerte mentalmente. Sabía alternar cuando tenía que subir a la red. Quizás, su punto más débil, era el saque. Al ser zurdo, al derecho le molesta un poco”.

Apabulló a Vilas

Pecci no paraba de sorprender. Su nombre saltaba en los diarios franceses todos los días. Antes de fulminar a Connors, apabulló al argentino Guillermo Vilas (campeón del ’77 y finalista del ’78) en cuartos de final (6-0/6-2/7-5). Fue un clásico sudamericano, calificado como uno de los mejores juegos del torneo.

“Ese fue uno de mis mejores partidos, saqué demasiado bien. Aparte, estaba muy sólido de fondo y en la red. Eso hacía que Guillermo juegue corto y me venía bien. Había días que jugaba muy pesado como Borg. Me acuerdo que iba 6-0/2-0, 8-0 digamos. Dentro de la desesperación, empezó un juego que nunca hizo. Era saque y volea. Siempre jugaba de fondo y eso hizo que en un momento me desconcentrara. Por suerte, en el tercer set pude terminar 7-5”, indicó.

De menos a más

El paraguayo reconoce que fue de menos a más. En primera vuelta jugó con Franóis Jauffret, número uno en Francia, pero ya tenía sus años. “Si bien gané en cuatro sets, no estaba muy convencido de mi nivel. A partir del triunfo contra el checo Pavel Složil empecé a jugar mejor. Me tocó Corrado Barrazutti, número 1 de Italia, al que gané en tres sets. Siguió con Harold Salomon, número 3 de Estados Unidos. También le gané en sets corridos. Hice una muy buena pretemporada. Había ganado el torneo previo de Niza. Venía con mucho ritmo y confianza. Con el correr de los partidos, físicamente también me fui soltando”, reveló.

Un nuevo ídolo

Antes de la ceremonia de premiación, Pecci recibió la ovación y reconocimiento del público. Fue paseado en andas por el centro de la cancha. “Se dieron varias situaciones. Yo no era favorito para llegar a la final. Tampoco para hacerle el partido que le hice a Borg. Dentro de eso, le gané a Guillermo Vilas, que ya había ganado Roland Garros y a Connors, que era figura de primerísimo plano”, justifica.

El aro de diamante

El aro de Pecci era novedoso para los franceses, que le tomaron cariño al paraguayo.

“Dio la casualidad que un año antes me puse un aro. Los franceses no lo usaban en esa época. Les impactaba mucho el diamante que tenía. Había un juego que ellos mismos inventaron. La prensa hablaba de un sex symbol y del hombre de la oreja de diamante. Se dio algo más de marketing”, añade Pecci.

DELGADO A SAMPRAS

“La victoria de Ramón Delgado fue espectacular porque Pete Sampras (EEUU) era número uno del mundo. No solo le ganó a Sampras (en Roland Garros 1998), también a muy buenos jugadores, como Jim Courrier y Michael Chang (EEUU)”.

LOS VIAJES

“Empecé a viajar más o menos a los 12 años. Iba a los torneos de Argentina y Brasil. Mi padre me acompañó hasta los 15 años. Ibamos en auto y en ómnibus. Avión se usaba poco en esa época. A los 15 años, mi viejo me dijo, ahora solo. Fui al Orange Bowl. Llegué al aeropuerto de Miami y no sabía para dónde ir. No existía el celular, el Whatsapp. No hablaba inglés. Tenía como un ángel que me cuidaba. Llegaba con mis raquetas, esperando que haya alguien en el aeropuerto para buscarme”.

PRIMER MATRIMONIO

“El primer revés fue cuando me casé con Mercedes Barriocanal. La verdad que era muy joven, y un poquito irresponsable para tomar esa decisión. Yo tenía 23 años, ella 17. Nos conocimos cuatro meses el año de la final. Pasaba mucho tiempo afuera, ocho o diez meses al año. Fue como algo muy inconsciente. Tenía que ir un poquito más despacio. Finalizamos en buenos términos”.

SEGUNDO Y TERCERO

“Después me casé con Silva Folgar, con quien tuve un hijo, Giuliano. Estuve 21 años con ella. Ahora estoy con Valery Martínez, con quien tengo una hija (Isabella). Ya llevamos 14 años juntos y estamos muy bien”.

GULIANO E ISABELLA

“Guliano (su hijo), quien nació en París, no tenía la misma pasión por el tenis. Le gustaba fútbol un rato, un poco de tenis. Así iba y venía, pero no era que entraba a la cancha y se divertía. Mi hija Isabella (8 años) juega tenis dos veces por semana, pero también baila. En el colegio juega handbol y basquetbol. Decidirá si quiere estudiar, pero yo no voy a forzar. En este momento tengo 63 años. No tengo la energía como para cargarle a mi hija y estar seis horas en la cancha. Y empezar a viajar. Hacer la vida que yo hice durante 15 o 20 años”.

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